Ayer conversé con el Viejito Pascuero. Años que no sabía de él. Y me preguntó cómo nos habíamos portado este año por el sur austral. No supe bien qué contestarle porque, a decir verdad, de todo hay en la viña del señor.
Para no apuntar a nadie primero con el dedo, partiré por mí: yo me he portado más o menos, he descuidado mi salud física, aunque he protegido mi salud mental. He ignorado algunos buenos consejos, aunque me peleé con menos gente que en 2023. El viejito me miraba incrédulo.
Estaba enojado el viejito. Me dijo que él siempre ha sido un "viejo de izquierda" y que, por lo mismo, cuando gobierna la derecha no espera nada de nada. Pero que esperaba mucho más de este Gobierno que levantó las banderas feministas y ecológicas y "se subió al carro del estallido para vencer en 2021… y desperdiciar la oportunidad".
"Llegaron con un discurso ecologista y al poco tiempo Boric aprobó la termoeléctrica Los Rulos en Limache". Estaba informado el viejo. Y siguió: "¿Te acuerdas que el candidato Boric dijo que serían el primer Gobierno feminista?". Después se acordó del "subse violín", así lo llamó, "dando conferencias de prensa en el propio palacio". Y rememoró luego a ministros y ministras dando vueltas en círculos, mientras la titular de la Mujer y Equidad de Género, quien debía ser la gran protectora de la víctima y mensajera de este feroz dilema, fue apartada de la conversación.
"¡Ni feminista ni ecologista!", gritó el viejito ya enfurecido. "¡Estos se acomodaron!, así que de regalo les voy a traer la Ley de Administración del Estado para que la lean bien y aprendan a cuidar las instituciones más que a sus partidos políticos", reflexionó.
"¿Y las 40 horas"?, le pregunté, para matizar. Me dijo que él trabajaba solamente durante noviembre y diciembre y que era empleado fiscal. Que esa ley no lo favorecía ni a él ni a ningún empleado público. "Hasta mis duendes reciben indemnización", se río el viejito. Porque los terceriza el viejo explotador, pensé yo, pero no le dije nada.
Ya que no quise darle muchos detalles regionales, el viejo me recordó los casos de acoso laboral y sexual en oficinas públicas de Aysén, que no tuvieron la suficiente ni necesaria repercusión. Me dijo molesto que algunos partidos se encargaron de tapar el asunto con tierra de la más oscura. "¡A esos sí que no les traigo ni un carajo!", se enojó de nuevo el viejito.
"¿Pero eres facho, viejito?", le pregunté. "¡Ya te dije que no!", me respondió serio, "que de la derecha no espero nada de nada. Y a la derecha nunca les traigo regalos porque se los compran ellos solos. Y se los venden entre ellos mismos, claro". Me contó que incluso dos de sus renos los tuvo que arrendar este año.
Antes de irse, el viejito, que le carga que le digan esa siutiquería poco chilena de Papá Noel, me contó que estuvo en la ceremonia donde asumió su segundo período el alcalde de Coyhaique Carlos Gatica y que le llamó la atención un muchacho que aplaudió "hasta que casi le sangraron las manos". Me dijo que lo tenía identificado y que le traía de regalo un Manual de Ética porque, además, "debe más plata que Argentina". Tiraba sus chistes el viejito.
De paso, me adelantó que a muchos oficialistas les traerá enormes bolsas de pasas y arándanos para que no se olviden del programa comprometido.
"Y usted, viejito, ¿cómo se portó?", le pregunté. Sonrió levemente, se subió al trineo de vuelta y desapareció por los cielos de Coyhaique. Me dijo que debía pasar antes de la medianoche por la cárcel de privilegios Capitán Yáber a devolver unos renos.