Hace algunas semanas el gobierno anunció una inversión de más de $60 millones de dólares, por parte de la empresa farmacéutica china Sinovac para la construcción y puesta en marcha de un laboratorio de fabricación de vacunas en el territorio nacional. Además de esto, se anunció la construcción de un laboratorio de I+D en la región de Antofagasta. Sin duda una gran noticia para la gente de esa zona del país, que puede ver cómo su región comienza a desarrollar un nuevo polo de investigación y desarrollo científico que se suma a otras notables industrias regionales como la minería y la energía.
Por otra parte, hace algún tiempo conocimos que Chile sería el primer país de Latinoamérica en utilizar el sistema de internet satelital Starlink, la constelación de satélites diseñada por la compañía del millonario Elon Musk. Las localidades elegidas para este plan piloto fueron Caleta Sierra en la región de Coquimbo y Sotomó en la región de los Lagos.
Una de las iniciativas más vanguardistas de los últimos años, la política de Hidrógeno Verde, se basa en la inversión extranjera para la producción de energías renovables no convencionales para la producción, desarrollo y venta de hidrógeno producido con energías limpias. El combustible del futuro le dicen, y el mejor aliado para combatir el cambio climático. Nuevamente las regiones se posicionan como lugares estratégicos para el desarrollo de esta tecnología, el plan posiciona a la región de Magallanes en energía eólica y al norte chileno en cuanto a energía solar.
No hay que revisar mucha prensa para darse cuenta de que las regiones comienzan a posicionarse en nuestro país como nuevos referentes. El proceso de descentralización política, que ha alcanzado un gran hito a través de la primera elección de Gobernadores Regionales, va acompañado por una atmósfera pro-región que está llevando al Estado y los inversionistas privados a poner los ojos fuera de Santiago.
Pero mientras muchas regiones brillan y comienzan su camino a transformarse en nuevos polos de desarrollo, y por ende inversión, empleo y mejor calidad de vida, la región de Aysén parece que no está siendo invitada a la fiesta. Nuestra realidad es que seguimos sufriendo aislamiento geográfico, político, económico y social del resto de Chile. Nuestra realidad es que tenemos pueblos completos aislados porque el único medio de transporte son dos barcazas para cruzar el Lago General Carrera. Otro antecedente es que aún no existe conexión terrestre con el resto de Chile a pesar de que la construcción de la Carretera Austral se inició hace más de 45 años. ¿Cuál es el denominador común de los proyectos que mencioné antes? La conectividad y la posición geográfica estratégica para la exportación.
¿Cuándo fue la última vez que se vio una noticia que posicionara a la región de Aysén como una región estratégica productiva para el país, que hablara de una gran inversión en nuestro territorio? Sin contar el fallido HidroAysén, probablemente nunca, ya que quizás la última vez que se pensó en producir algo aquí fue en los tiempos de la Sociedad Industrial de Aysén a comienzos del siglo XX, que dicho sea de paso fue a costa de la quema de millones de hectáreas de bosque nativo.
¿Cuándo será el tiempo de Aysén y el tiempo de la generación de mejores empleos y mejores salarios por medio de grandes proyectos que avancen en transformaciones estructurales en el desarrollo productivo de nuestra región? Aysén debe seguir siendo “reserva de vida”, pero con mejor calidad de vida. El factor conectividad es esencial para que esto ocurra y por eso es nuestra principal batalla. Ya sea por aire, tierra o mar nos encontramos en una situación desigual frente a todas las otras regiones del país y mientras no solucionemos esto, lo cual requerirá una cantidad de inversión pública significativa, seguiremos viviendo de sueños y de mirar como el resto de Chile continúa su camino hacia el desarrollo sin nosotros.
Gonzalo Cruces Rueda - Máster en Política Económica y Economía Pública