Era yo estudiante de la Universidad Católica de Valparaíso en 1970 y aquel año ya tenía planificada mi vacación normal a Coyhaique, la de siempre, la de todos esos años. Un vuelo en avión, lleno de gloria y misterio por los fiordos australes, y ese verde que tanto se echa de menos en los cementos ciudadanos. Después el regaloneo y el pololeo ineludible hasta marzo, cuando había que regresar. Sin embargo, aquel año iba a ser diferente, tanto, que cuando supe que se habían preparado los trabajos de verano para la provincia de Aysén, me preguntaba qué estaba haciendo yo entonces que nada supe. Obviamente, mi único norte eran los libros y las lecturas, los encuentros literarios, los talleres, las bibliotecas. Quizás por eso nunca supe lo que estaba pasando con esos setenta voluntarios, algunos de los cuales eran de mi facultad y con otros tantos compartíamos talleres comunes, especialmente aquel de La Botega y Ritoque. Todo era mágico en Valparaíso, y creo que lo sigue siendo en medio de la añoranza.
Llegó un grupo grande a saludarme entonces, de Historia y Geografía, de Arquitectura y Mecánica y por supuesto los de Castellano, Sociología y Pedagogía. Un abrazo fraterno en medio de la preciosa noticia de que iban a recorrer toda mi tierra. Tuvimos un encuentro etílico en los bajos de mi casa y ya al día siguiente no los vi más hasta que me llegó una invitación y un agradecimiento allá en la casa central. Y entonces supe lo que hicieron aquí en esos no tan tradicionales trabajos de verano. A las 4 de la tarde en Puyuhuapi navegaban en lancha desde Puerto Aysén Igor Avsomiolovic de Arquitectura, Kamel Harire de Francés y Alberto Barrientos de Mecánica para dibujar el cementerio y obtener datos históricos. El mismo día a las 12 navegaban cerca de Cisnes Pedro Weinberger y Juan Baudoin de Arquitectura, Marcelo Moses de Construcción y Víctor Torres de Matemáticas para estudiar la proyección de los muebles de una nueva hostería y medir una plaza de juegos infantiles. En Puerto Aguirre hacían lo propio Alfredo Cristie de Biología, Camila Jara de Geografía y Salvador Zahr de Arquitectura recorriendo las casas de los pescadores. En lancha llegaban a Puerto Bonito Ignacio Martínez de Arquitectura, Jorge Gaete de Matemáticas y Patricio Vega de Geografía y se ponían a esperar (sin esperanza) algo que los llevara a Bahía Erasmo. La radio los buscaba a cada rato desde un emplazamiento central de Coyhaique.
En Chacabuco estaba la Elida Oyarzo de Castellano con Luis Serrano de Arquitectura y Alejandro Silva de Geografía, hablando con el primer colono de Chacabuco en la Ensenada. Y cerca de ahí en Puerto Aysén, Rosa Muñoz de Servicio Social, Juan Uriarte de Agronomía y Manfred Thiele de Arquitectura, recogían datos de la Empresa de Comercio Agrícola, encuestaban un centro de madres y efectuaban planimetría de los valles aledaños. Las cosas estaban normales con el grupo de Coyhaique con Marta Baudoin de Pedagogía, Isabel Gutiérrez de Geografía, Arnaldo Bustos de Construcción y Patricio Palma de Servicio Social, los que subían en camioneta hasta la frontera de Coyhaique Alto y recopilaban datos de la Planta Lechera Calaisén. Otro grupo estaba en Valle Simpson comiendo asado al palo y recorriendo a caballo casi toda la Ensenada, dibujando croquis y fotografiando. Eran Tatiana Cuevas de Servicio Social, Humberto Lucero de Arquitectura, Juan Bonhert de Agronomía Y Germán Almonacid de Historia. Mientras tanto, en Mañihuales, mi amigo Helmuth Berger de Castellano junto a Alfonso Matamala de Arquitectura y Sergio Pinto, iban a caballo hasta Campo Grande y Emperador Guillermo tomando croquis y fotografías. En Ñirehuao, a 4 horas de Aysén, David Marín, Rodolfo Colacci y Carlos González Page estudiaban la carnicería y el galpón de esquila de la comunidad asentamiento Baño Nuevo, llenaban encuestas de agronomía y servicio social y en la tarde iban a Ñirehuao a una entrevista con los dirigentes de la CORA. En Balmaceda se movían Alicia Bahamondes de Castellano, Humberto Cáceres de Matemáticas y José Gardiazábal de Arquitectura hasta la Estancia La Frontera para tomar fotografías y elaborar croquis de la empresa ganadera.
Hacia el lago, en Ibáñez, el grupo de Norma Araya, Alvaro González y Leonel Sotomayor inquirían información en el Registro Civil y Correos y se movían a caballo hasta el Salto de Río Ibáñez y Laguna Tres Hermanas donde tomaban datos lingüísticos y croquis del lugar. En Murta, Augusto Tuñón, Jorge Negrete y Gino Miranda esperaban un avión que los traería de regreso a Chile Chico. David Green, René Ramírez y Ramón Torres estaban se encontraban en Guadal proyectando un estudio geográfico de comunicaciones lacustres y seguían rumbo a la Estancia El Martillo. En Chile Chico, Iván Echaurren, José Manuel Espinoza y Gerardo Leighton acababan de volver de un viaje de reconocimiento a Comodoro Rivadavia y trabajaban en la parroquia local para recabar información sobre los pioneros. Adriana Reyes había llegado a Tapera junto con Patricio Solari y Alejandro Pinto y en Cochrane, Camilo Lobos, Vicente Caro y Bruno Solari, recorrían junto a un técnico del SAG la zona agrícola y los viveros y daban inicio al levantamiento catastral del pueblo.
Finalmente, la gente de la organización estaba en Puerto Aysén velando por cubrir todos los detalles posibles. Eran Marie Anne Kenshington y Baldomero Estrada, encargados de la bitácora general del grupo.