En esta era digital, la masificación de elementos tecnológicos que permiten acceder a internet, ha generado un mundo de oportunidades para diferentes áreas de nuestro diario vivir, tales como transacciones bancarias y de inversión, acceder a cursos en línea y otros medios de educación, comunicarnos con nuestros seres queridos a kilómetros de distancia, entre otros, y todo a través de un computador portátil o con algo tan común para nuestros tiempos, un teléfono celular tipo "smartphone", el cual es parte de nuestras vidas y de nuestros hijos.
Evidentemente que este fácil acceso a un mundo infinito de información y posibilidades de interacción, de la mano con el auge de las redes sociales y su uso masivo por gran parte de la población, ha generado una silente oportunidad en el ámbito delictual como, por ejemplo, las estafas "online".
En este aspecto, las defraudaciones por internet y en particular a través de las redes sociales, se nos presentan de diversas formas y escalas, desde la falsa oferta de productos a módicos precios hasta los complejos esquemas de inversión fraudulentos, atrayendo por consiguiente víctimas de diversas edades, clases sociales y niveles educacionales, ciertamente, el delito no realiza discriminación alguna.
Desde un tiempo a la fecha, se ha generado un crecimiento exponencial en los delitos de estafa y otras defraudaciones a través de internet y redes sociales, existiendo una multiplicidad de factores que intervienen para su éxito, entre ellos, está la facilidad para generar el engaño de parte del autor, la puesta en escena es evidentemente más fácil de realizar en un mundo virtual, donde una persona puede poseer tantas caras como perfiles pueda generar en sus redes sociales, como también el uso de páginas web que simulan pertenecer a comercios establecidos.
La utilización de técnicas de ingeniería social, permiten persuadir a sus víctimas para la entrega de antecedentes personales, autorizar transacciones bancarias o pagos, incluso que descarguen programas o softwares maliciosos en sus dispositivos electrónicos. Todo lo anterior ha desencadenado que, en el mundo delictual, muchos decidieran cambiar su "giro de negocios" y estén incursionando en delitos de estafas de manera virtual.
Sin embargo, más allá de la utilización de técnicas y conocimientos específicos en materias tecnológicas, este delito, en general, utiliza y trasgrede un aspecto básico del ser humano: la confianza. Esta confianza que se busca y genera a través de la interacción humana y que, a través de internet, tiende a ser fácil de quebrantar por delincuentes inescrupulosos, cuyo único fin es capturar víctimas con quienes enriquecerse ilícitamente, aprovechándose de la buena fe de sus víctimas.
Por otra parte, en nuestra región, tenemos un factor adicional en esta ecuación de la defraudación, porque más allá de la confianza y buena fe que poseen nuestros habitantes, la falta de accesibilidad a ciertos productos o servicios y el encarecimiento de los mismos, en otros casos, genera la búsqueda de otras vías para acceder a ellos u obtenerlos a un mejor precio, convirtiéndose por consiguiente en un caldo de cultivo de potenciales víctimas, situación que podría explicar que en los casos denunciados e investigados por la Policía de Investigaciones de Chile a nivel regional, la mayoría de los victimarios son de otras regiones del país.
Entonces, ¿existe una forma de frenar el crecimiento en la perpetración de esta clase de delitos? Ciertamente, la educación y concientización juegan un rol fundamental en la disminución de víctimas de las estafas. Resulta necesario instruirnos en el mundo digital, su utilización y alcances, entender los riesgos que se poseen al entregar datos personales y al interactuar con otras personas con quien no tenemos forma de confirmar su identidad, aprender a identificar y cuestionar ofertas demasiado atractivas y poco realistas, como también rechazar acceder a links o enlaces que nos puedan derivar a páginas falsas o a la descarga de archivos en nuestros dispositivos.
Finalmente, lo importante es entender que combatir esta clase de delitos, requiere un esfuerzo colectivo, tanto de estamentos públicos como privados, masificar el riesgo y cuidados que se deben tener al utilizar internet y las redes sociales, es una tarea de todos. Resulta fundamental, que las personas entiendan la figura de autocuidado digital, estar alertas y tomar de medidas de resguardo cuando utilicemos y accedamos a redes sociales, como así también siempre verificar los antecedentes que nos estén entregando, antes de realizar cualquier tipo de transacción o entrega de dineros.