La campaña electoral no puede frenar el desarrollo

Nuestra labor informativa debe ser seria y pluralista, pero principalmente empática, porque nos hacemos cargo de las demandas de la comunidad y de transmitir sus sensaciones a las autoridades, ya que gobernantes y gobernados deben ser protagonistas de la democracia, y no enemigos.
Y es que más allá de la ideología del gobierno de turno y de lo que piense cada ciudadano, la democracia es un ejercicio permanente de tolerancia y de profundo respeto por las diferencias. Por lo mismo, la gente pone sus expectativas, y son muy variadas, en la gestión del Ejecutivo, esperando que todo se acoja como prioritario, ya que los beneficios de una buena gestión tienen un impacto favorable y con repercusiones colectivas, más aún en una zona como Aysén que evidencia un significativo rezago respecto a otras regiones del país.
Y a propósito del periodo electoral que vivimos, no debemos olvidar que el debate democrático permite disentir y estar de acuerdo, permite darle matices a los distintos enfoques o miradas que cada cual tiene respecto al tipo de gobierno que requerimos, pero también tiene insumos empíricos que están ahí, al alcance de todos y de todas, y que son los diagnósticos de nuestra realidad.
En el caso de Aysén, la comunidad espera ver señales de progreso y de pasar de la teoría a la acción, específicamente en aquellas demandas territoriales más sentidas y urgentes. Y aun cuando el Gobierno pasa por un momento complicado, insistimos en una máxima; la credibilidad y la confianza son valores bastante extraviados de la vida política, por lo que a este y a los gobiernos que vengan, le corresponde tratar de revertir esa mala reputación, y para eso se requiere un trabajo visible, metódico y fundamentalmente, de cara a la gente.
Si eso se logra o no, la ciudadanía y las encuestas lo dirán, pero ciertamente que se requiere apurar el tranco y comenzar a concretar, a generar señales potentes de mejor gestión, de acción, porque si bien escuchar es importante, la comunidad quiere que la distancia entre la teoría y la práctica se acorte y sus demandas tengan la respuesta exigida.