Las elecciones generales del 26 y 27 de octubre, con voto obligatorio, serán determinantes en muchos aspectos, en especial las definiciones que se adoptarán a partir de sus resultados, pensando en las parlamentarias y presidenciales de 2025.
Como viene ocurriendo hace años en Chile, muy poca participación de mujeres en estos procesos y muchas personas que "se repiten el plato", dejando en evidencia que la política no ha sido capaz de estar a la altura de las demandas ciudadanas. Pero como siempre ha ocurrido, eso no será obstáculo para que el proceso genere insumos y estrategias para encarar lo que se viene en 2025, donde, seguirá normalizada esta realidad sin que importe mucho, ya que en cierta medida el país se ha acostumbrado a participar solo marcando una preferencia, pero no a cuestionar la falta de protagonismo en el diseño de una democracia más representativa y participativa.
Y como viene ocurriendo hace varios años, la credibilidad, la empatía y la confianza cobran un tremendo valor para poder enfrentar esos comicios y conquistar así las preferencias de los votantes, los que con cada elección se han alejado más y más de las ideologías, de los partidos políticos, y están optando por una relación más "terrenal" y "concreta", donde ya parece dar lo mismo todo, y solo interesan los "ofertones" de cada abanderado/a.
Necesitamos una democracia más robusta, más ocupada de establecer las bases de un proceso de desarrollo integral, viable e integrador, y hoy, todo parece circunscribirse a cosas materiales a veces innecesarias, a cargos y otras nimiedades, a cosas suntuarias y efímeras.
Y quizás por lo mismo ya poco importa a las personas que los candidatos sean de derecha, centro o izquierda, porque hace rato que la gente exige buena gestión, eficiencia y rapidez en las acciones, en la resolutividad de los problemas.
La comunidad espera que los elegidos sean capaces de ejecutar, de concretar proyectos emblemáticos que impacten en el buen vivir de las personas, y no perder el tiempo en descalificaciones y defensas corporativas que solo perpetúan la mediocridad y el subdesarrollo.
A la comunidad le interesa que las futuras autoridades electas lideren un proceso donde el principal objetivo sea asumir metas concretas, viables, demostrar ganas de avanzar en aquellas áreas donde aún se advierten dificultades y mostrar esos avances con claridad y sin demagogia.
La ciudadanía anhela que en política comiencen a advertirse señales positivas, que el ámbito económico y productivo mejore y se inicie un proceso de progreso constante, donde se pongan en marcha nuevos proyectos, nuevas ideas, nuevos emprendimientos, y se genere en Aysén un clima de optimismo colectivo que tenga un correlato en todos los rincones de nuestra sociedad.