A veces pienso que si preguntáramos de Concepción al norte dónde queda la Región de Aysén, una buena parte no sabría ubicarnos en el mapa. Ni siquiera en tiempos electorales esto se revierte. 

Y la explicación está en que somos tan pocos votos, nuestro aporte parece ser tan miserable a la democracia, que, desde el centro, donde se toman todas las decisiones del país, nos miran no sé si con desprecio, pero sí con mucha indiferencia.

La crónica de un PIB anunciado está marcando un negro año para la economía regional, y nuevamente somos la región con el peor crecimiento trimestral de 2024. Y habría que ser ciego o testarudo para no advertir la enorme cantidad de factores que convergen en este escenario.

Pero, queriendo ser majadero, en nuestra región sobran ejemplos que siempre terminan en un profundo abandono. Hace ya algunos años que la vergüenza tiene también forma de puente inconcluso en la entrada norte de la ciudad de Coyhaique y me lo recuerdan las visitas cuando preguntan ¿y este puente? Es el abandono, respondo con la piel rosada de bochorno.

Y cuando digo que ejemplos sobran, no es una exageración. No me olvido de que estuvimos casi dos años sin semáforos durante el estallido o que el puente de la Piedra del Indio estuvo cerrado un montón de tiempo. 

Y podríamos seguir páginas y páginas. Y los privados no se quedan atrás. Baste ver el elefante blanco de General Parra, monumento a las cosas mal hechas, a la desidia.

Hay que estar preparados y no caer en la trampa electoral, en las ofertas de última hora, en las liquidaciones políticas que inician este viernes con las campañas para los cargos que se disputan en octubre. 

Pregúnteles a sus candidatos por la falta de inversión, por la pana sostenida de los proyectos de infraestructura, por la falta de medidas post-pandemia, por las deficientes ejecuciones presupuestarias. Pregúntele todo a su candidata o candidato. Pida información por transparencia pública si lo considera necesario. Exija sus derechos, conozca a fondo a cada persona que quiere representarnos. Y, recién ahí, elija.

Aunque, tristeza mediante, sigamos siendo un rinconcito insignificante para el resto de Chile.