Han pasado 4 meses desde la realización del encuentro público-privado efectuado en Puerto Chacabuco y cuyo tema de análisis fue el desarrollo regional y las dificultades que hoy muestra el territorio para avanzar y generar mejores condiciones de vida para sus habitantes, y no se advierte mucha motivación de los que ahí participaron, para poder dar señales concretas de estar trabajando al menos, en acciones que "muevan la aguja".

Sin duda se trata de un tema de la máxima prioridad y que hemos venido abordando desde el inicio de la actual gestión gubernamental, tanto nacional como regional, en nuestras editoriales, como también en numerosas crónicas y reportajes donde los testimonios de distintos entrevistados, dan cuenta de una realidad complicada, de una percepción bastante adversa sobre el momento que vivimos como región apartada y extrema en el ámbito económico y productivo. 

Lo henos señalado insistentemente, el desarrollo de Aysén está muy condicionado a la inversión y gestión estatal, y de ello hay mucha evidencia, que nos lleva a una realidad que hoy es simpe y clara, somos un territorio rezagado respecto al ritmo en que avanza el resto del país.

Y es que hablar de desarrollo regional no debe tener sesgo político, por cierto, porque en esta zona de Chile existen aún muchísimas necesidades insatisfechas, que siguen siendo reivindicaciones o demandas que ninguna de las últimas seis administraciones ha podido atender de la manera que la ciudadanía anhela.

Y pasa esto porque las autoridades de turno no han sido capaces de enfrentar esta situación y poco se arriesgan a salir de su zona de confort, lo que obviamente los lleva a no percibir lo que ocurre en la región, o bien, simplemente prefieren poner la mirada en otra parte. Pero Aysén enfrenta problemas serios en el ámbito económico y laboral. Falta mano de obra calificada, las grandes empresas constructoras y salmoneras siguen trayendo gente desde otras regiones y la realidad no ha cambiado mucho en la última década.

Para pensar la región con miras al año 2050, no podemos perder de vista que los grandes anhelos de la región y de sus habitantes, se van cumpliendo en la medida que los gobiernos de turno, asumen una convicción en torno a esas metas, las que por cierto se sustentan en demandas de larga data y que se relacionan con la legítima aspiración que tienen las personas por progresar y mejorar sus condiciones de vida.

La ciudadanía plantea a diario que quiere crecer, desarrollarse y proyectarse, y ese mismo anhelo se transforma en un objetivo región, se requiere medidas y políticas acertadas para lograrlo, no solamente excusas ni permanentes justificaciones. Viene entonces el gran desafío de dejar de teorizar, dejar de lados los diagnósticos y comenzar a poner en práctica las medidas y políticas públicas que Aysén necesita para desarrollarse de verdad, de manera sostenible y con el epicentro puesto en las personas.