Condenar lo obvio

¿Qué herramientas de la democracia aprendieron el Frente Amplio y sus aliados más jóvenes en estos años de Gobierno? ¿Cuáles van a usar si en marzo se convierten en oposición? ¿Regresarán a las calles que abandonaron durante estos años?
En algún sentido, mal no les haría volver a las calles que conocen tan poquito, ya no solo por falta de experiencia y exceso de candidez juvenil, sino porque dicen los propios ciudadanos que han pasado más horas metidos en sus teléfonos que mirándolos de frente.
Estas preguntas me asaltan cuando oigo las amenazas de Eduardo Artés, candidato presidencial que admira esa extraña democracia norcoreana. Dice Artés que "las calles no dejarán gobernar a Kast" si resulta electo. Esos sueños húmedos de esa izquierda que ambiciona una asonada popular y el ajusticiamiento de la burguesía, no son otra cosa que pendejadas políticas, propias de una izquierda sin norte y sin tener nada claro, tanto si gana como si pierde. Lo demostró el FA con la nebulización de su programa de Gobierno y esas ideas primigenias que hoy son apenas un viejo suspiro de anhelos.
Cuando Artés dice que no dejarán gobernar a Kast si resulta electo presidente, debemos suponer que sí han dejado entonces gobernar a Boric, con todos sus aciertos y errores. Ahora me explico ese profundo silencio sindical y esos eternos sumarios que se mantienen bajo llave para no complicar el periodo electoral.
Ya hicimos el ridículo mundial con un estallido y dos fracasados procesos constituyentes. No es necesario amenazar desde un pequeñísimo porcentaje al resto del país con otro payaseo semejante.
Hubiese sido un golpe de efecto muy interesante que los personeros del Frente Amplio hayan salido a decirle a Artés que sus credenciales democráticas se estaban extinguiendo con su frasecita hedionda a guerra fría. Pero no ha pasado. Justamente porque algunos frenteamplistas alojan en su fuero interior el deseo de Artés. En el fondo, son socialistas pop, con la misma ética, pero otra estética. Más preocupados del qué dirán que del qué cresta hicimos.
La derecha salió en bloque a rechazar el arrebato verbal del profesor Artés, mientras la izquierda, tibiecita y calculadora, se limitó a observar y opinar poquito, blandito. Como la diputada del partido que acaba de cumplir un año, Gael Yeomans, que dijo: "son las expresiones de él, no corresponden a nuestra candidatura" y sería todo. Es decir, no saben aprovechar la oportunidad de desmarcarse de estos tufillos a violencia política porque en muchos de sus hogares rinden honores a los Ches Guevaras, a los Pol Pots y a otros antidemócratas de la historia mundial. ¿Tanto cuesta condenar lo obvio? Ese silencio atronador solo le da la razón a la derecha y sostiene su diatriba de que la izquierda regresará a la calle, esta vez con el enorme apoyo del 1% de Artés. ¡Ridículo!
Hay que comprender que el Gabriel Boric del estallido no es el mismo que hoy gobierna. El diputado que en las calles se enfrentaba a los militares armados hoy es un presidente democrático que rinde honores a quienes entonces dijo que llevaría a tribunales. Con esto el mandatario ha demostrado que su templanza le dio seriedad a la República. Con un año de maduración, no es mucho lo exigible, pero lo mínimo es que el Frente Amplio, que se declara en sus principios como democrático y pacifista, condene las expresiones antidemocráticas y las veladas aspiraciones de violencia.
También dicen en sus principios que son ecologistas y feministas, pero eso da para otra columna