Ya parece una pelea de trinchera la que mantiene el sector empresarial regional con las autoridades regionales que representan al Gobierno, responsabilizándose mutuamente de no generar espacios para dialogar y de no generar espacios para pensar el desarrollo de Aysén de manera colectiva, integrada y consensuada.

Parece que los ímpetus integracionistas y unitarios que se advirtieron en el encuentro del pasado 7 de diciembre en Puerto Chacabuco ya se disiparon, y hoy nuevamente el ambiente es hostil, tenso, y lo peor es que hasta el momento ninguna de las partes parece tener la intención de hacer gestos o dar señales de querer cambian esta lamentable actitud. 

Y aun cuando hay responsabilidades compartidas, la gente está cansada de estas peleas que no llevan a nada y que solo tensionan el ánimo colectivo. No advertimos vocerías, ni liderazgos en el ámbito privado, ni tampoco en el gubernamental, todo parece circunscribirse a reacciones, generalmente, criticando o ninguneando. Así no se construye diálogo ni desarrollo, así no se avanza, así solo se genera fricción y antagonismo, lo que por cierto no calza con las intenciones de querer "remar todos para el mismo lado", como suelen argumentar las partes.

Desde el Gobierno, los gremios, los partidos políticos y las más diversas organizaciones sociales, escuchamos llamados a la unidad, un factor que en Aysén no se advierte y sigue instalada una fuerte apatía y un peligroso individualismo, que se han convertido en una característica de nuestra idiosincrasia, relegando casi al olvido la idea de generar espacios de conversación donde los temas de desarrollo y demandas ciudadanas se puedan abordar con sentido común y como objetivos colectivos.

Faltan liderazgos fuertes, desde todos los ámbitos, y esa carencia de opiniones y la ausencia de un debate menos visceral e inmediatista, claramente amenaza la búsqueda de espacios para transformar la unidad es un componente protagónico de nuestra idiosincrasia. 

Hoy la gente tiene una percepción adversa respecto a los esfuerzos que realizan autoridades de Gobierno, parlamentarios, representantes democráticamente electos y los dirigentes de los partidos políticos, respecto a sus demandas, porque siente que no se escucha al pueblo. 

En la región de Aysén, necesitamos que se genere un clima de mayor confianza y de diálogo, si queremos avanzar en serio y lograr mejores estándares de desarrollo en este territorio austral que, como suele ocurrir, enfrenta las dificultades con más entusiasmo que propuestas.