La afanosa percepción de que los políticos constituyen materiales de manejo social evidentemente subjetivos, hacen desmerecer totalmente sus inserciones en las comunidades. Empero, hay situaciones que parecen ser proclives a alabarlos. Y la crónica de hoy tiene mucho de agasajo a sus estratégicas actuaciones. Corría el año 1938, cuando Coyhaique y Puerto Aysén eran llevados a un interesante enfrentamiento político con motivo de la elección de alcalde. Se tenía por considerada la inamovilidad del principal puerto como la capital de la provincia, hecho que se fundamentaba por el hecho de constituir este espacio uno de los más importantes desde el punto de vista de su ubicación como principal puerto de entrada de productos y personas. De ahí que su conquistado cetro como la capital provincial le hacía respirar ínfulas muy merecidas. Por lo demás, su constitución interior como núcleo, bullía de situaciones progresistas de convergencia social, productiva e institucional. Era, pues, la cabeza de las provincias, la ciudad-estado y pléyade de la representación social y comercial, incluso intelectual. Y los aiseninos se jactaban con rubicundo mérito del hecho de ser ellos la capital provincial.
El capítulo de hoy merece ser considerado, además, como base justa para la inconmovible ––hasta hoy–– imagen confrontacional de ambas comunidades, las que mantienen sus posturas irreconciliables de defensa de sus intereses, dibujando a través del tiempo una irreverente y desafiante rivalidad, imposible de superar. Llegó don Maximiliano Casas en 1934 a hacerse cargo de una subdelegación pobre. Recorrió sectores diferentes de las barriadas del puerto y logró una conclusión: la situación era bastante precaria desde el punto de vista de la existencia de sus habitantes. Pero, por otra parte, el flamante subdelegado supo constatar el espíritu de progreso que movía a hombres y mujeres, azuzados por la idea de crecer desde la nada. Historiadores, cronistas y estudiosos coinciden en señalar a Casas como un infatigable conductor de los destinos de las primeras comunidades.
La historia de hoy comienza cuando en las elecciones de 1938 son elegidos 4 regidores para trabajar como representantes de Coyhaique y Valle Simpson en la capital. Son ellos, Adolfo Valdebenito, Juan Mackay, José Segundo Vidal y Alberto Brautigam. En dichas elecciones es elegido edil don Adolfo Valdebenito, el cual deberá renunciar poco después por problemas personales. Tres años más tarde se constituye un nuevo cuerpo edilicio en la Municipalidad aysenina, siendo elegidos tres regidores de Coyhaique: Alberto Brautigam, William Saunders y Juan Hermosilla Acuña. Entonces le cabe el honor a Maximiliano Casas de insuflar optimismo, fuerza y carisma para acrecentar el valor de más escaños representativos para nuestra zona en Aysén, determinándose un objetivo: había que elegir a 5 representantes nuestros en la capital. Una campaña magnífica corrobora el éxito de Casas y los cinco representantes son elegidos el día de la justa cívica contra cuatro de Puerto Aysén. Los coyhaiquinos resultan ser Brautigam, Juan Partarrieu, Ruperto Vidal, José María Oyarzún y Julio Chible Villarreal. Pueden imaginarse ustedes la algarabía de los ciudadanos coyhaiquinos, cuando al constituirse la Municipalidad de Puerto Aysén en Mayo de 1944 se elige alcalde a un coyhaiquino: el señor Alberto Brautigam Lühr, con gran abatimiento de los habitantes puertoaiseninos.
Cuando la flamante nueva autoridad edilicia cita al día siguiente a los ayseninos para integrar una reunión de pauta organizacional, comprueban con estupor que ninguno de ellos asiste a la convocatoria. Esto es el comienzo de la tirantez y enemistad que acompañarían los actos de ambas comunidades por toda la vida. Pero la situación más relevante no esa aquella, sino ésta: resulta que las asignaciones de presupuestos para la ciudad de Puerto Aysén comienzan a menguarse, debido a su sistemático traslado y absorción por las necesidades de Coyhaique, que poseía una comunidad tanto o mayor que la aisenina, ante lo cual el desánimo y la consternación de los aiseninos sigue aumentando.
Sería éste el comienzo de una campaña separatista de intereses, que conduciría finalmente a dos hechos: la creación de la comuna de Coyhaique y la consecución de Coyhaique como capital de la provincia. Desde ese instante, ambas ciudades entran en conflictos lamentablemente sin conciliación posible, no sin antes sufrir consecuencias políticas dignas de comentar, como la violenta e injusta remoción del cargo de Max Casas como subdelegado, hecho que provocó muchos comentarios sobre la malintencionada estrategia de los políticos y sus injerencias de poder.
El resto de los acontecimientos se precipita raudamente: los cinco regidores aprueban la destinación de la mitad del presupuesto municipal de Puerto Aysén a favor de las obras coyhaiquinas, maniobra que logra los efectos perseguidos, ya que la propia municipalidad del vecino puerto solicita al poder central, a través de la Intendencia que se libre a su organismo municipal de los coyhaiquinos porque eran ajenos a los intereses de su zona. Este es el momento en que se decreta la creación de la comuna de Coyhaique, realizándose la primera elección de regidores el 21 de Noviembre de 1948 en forma absolutamente normal y lejos de las tiranteces propias de las rivalidades comunitarias, resultando electos los vecinos Max Casas, Alberto Brautigam. Julio Chible Villarreal, Juan Hermosilla Acuña y René Faraggi Cohen.