En el reciente informe entregado por el Banco Central sobre el PIB regional durante el primer semestre de 2024, aparece que 15 de las 16 regiones del país aportaron al crecimiento. La única que no lo hizo fue Aysén. Y no sólo eso, sino que esta última zona registró una estrepitosa caída de 9,7%, explicada por varios factores, entre ellos, por un descenso de la industria pesquera y en servicios.
Esto último es llamativo, considerando que, en la mayoría de las regiones, el consumo de servicios aumentó, destacando transporte, restaurantes y hoteles, asociados a la industria del turismo. Deficiente desempeño económico, que no sólo tiene incidencia en los sectores productivos, sino que también en la generación de empleo.
Los desoladores datos son el reflejo de un prolongado abandono de Aysén por parte del Estado, que se ve reflejado en diferentes situaciones, entre otras, los severos problemas de conectividad que regularmente se registran en la región, desmejorando la calidad de vida de sus habitantes, en una zona, que por su ubicación y geografía, plantea condiciones complejas. Lo contradictorio de todo esto, es que se trata de una región que, por sus características, recursos naturales disponibles, y el enorme potencial turístico que tiene, podría estar liderando el aporte al crecimiento y desarrollo del país.
Son oportunidades que se han dejado pasar, que se han desaprovechado por largo tiempo, al punto, que hay períodos en que los organismos locales del Estado, como Sernatur, funcionan con autoridades subrogantes, y no los titulares. Estar alejados de los centros de poder, ubicados en la capital, incide en esta situación de abandono, en la que no existe una estrategia de desarrollo sostenible que le permita a Aysén capitalizar actividades de gran relevancia, como los servicios turísticos, que, emplazados en un lugar de una belleza inigualable, como es la Patagonia, adquiere una relevancia enorme y es un destino de interés para miles de visitantes nacionales e internacionales.
Se trata de un área que puede crecer significativamente, integrando e incorporando sus circuitos turísticos, que bien desarrollados y con una promoción competitiva, permitiría aumentar de forma sustancial la demanda por esos servicios, y con ello, contribuir al crecimiento económico y a la creación de empleo, a través de una mayor inversión.
Se trata de un proceso que implica un trabajo de mediano y largo plazo, que no se está realizando, porque no existe un plan ni una estrategia destinada a impulsar este destino y esta industria en la zona. Lo más complejo, es que se trata de un problema generalizado, que afecta también a otros sectores productivos.
Las cifras expuestas son un llamado de atención, y nos deben hacer reflexionar, en un año electoral, sobre el tipo de liderazgo y gestión que requiere Aysén para revertir este complejo escenario económico. Más que nunca es fundamental contar con autoridades que den garantías de profesionalismo y eficiencia para transformar a Aysén en una región que impulse el desarrollo.