Coyhaique-. Para enfrentar los desafíos que el cambio climático significa para la agricultura familiar campesina, Indap está trabajando en fortalecer su capacidad de respuesta y adquirir los conocimientos necesarios para preparar las familias campesinas de Aysén para que realicen sus actividades agrícolas de manera más sustentable. 

En este contexto, se presentó en Indap la propuesta para la Política Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático de la Agricultura Familiar Campesina e Indígena (AFCI) 2025-2030, un instrumento clave para avanzar hacia sistemas agrícolas más resilientes.
Aysén es una región con condiciones geográficas y climáticas particulares: suelos frágiles, estaciones cortas y eventos climáticos extremos, como nevadas, sequías y lluvias intensas, que afectan la producción agrícola. Por ello, Indap trabaja en fortalecer la asesoría técnica y en generar espacios de aprendizaje para que los productores incorporen prácticas agroecológicas que les permitan adaptarse. 

"Queremos que nuestras familias campesinas no tengan que luchar contra el cambio climático, sino que puedan prosperar en armonía con el entorno considerando sus desafíos desde el conocimiento. Nuestra misión es acompañar a nuestras agricultoras y agricultores en este camino, entregando herramientas concretas para mejorar su producción de manera sostenible", destacó Yessica Lagos Cárdenas, directora regional de Indap.

En el marco de esta estrategia, la Región de Aysén recibió la visita del Coordinador de la Red de Sostenibilidad de Indap Patricio Camoglino Escobar, quien sostuvo reuniones con equipos técnicos, visitó predios de agricultoras que han avanzado en prácticas agroecológicas y participó en un taller de sostenibilidad y transición agroecológica.

Este trabajo se enmarca en la Estrategia Indap 2023-2030, que busca fortalecer la agricultura familiar campesina para que produzca más y mejor, con un menor impacto en el medioambiente. Para lograrlo, se han definido tres objetivos clave: impulsar sistemas agroalimentarios sostenibles y biodiversos, lo que significa ayudar a las y los productores a adoptar prácticas que cuiden el suelo, el agua y la biodiversidad; fortalecer sus capacidades y competencias, entregándoles capacitación y asesoría para que enfrenten los desafíos del cambio climático; y fomentar la participación y asociatividad, promoviendo el trabajo conjunto entre agricultores, instituciones y otros actores del territorio.