Hace algunos días escuchábamos en la radio a un distinguido profesional hablar de la "industria minera" y hace más tiempo un distinguido dirigente nacional del turismo se refería a la "industria del turismo" y se molestó cuando le llamamos la atención. Bueno, esto de que actualmente casi todo sea "industria" ya parece ser moda y tal vez por eso no valga molestarse por ello. En todo caso, en rigor, ni la minería, ni el turismo son industria.
Vale recordar que la minería es una actividad económica extractivista primaria, al igual que la pesca y aquellas agropecuarias. Lo que sí es industria, es la elaboración de estos productos primarios por la actividad económica secundaria que agrega valor y producto. Y luego están las actividades de servicio terciarias de la economía, como aquellas, financiera, transporte, telecomunicaciones, públicas, comercio, y claro, el turismo. Así, cuando hablamos de la industria salmonera, eso se refiere al total; al cultivo primario, cuando modifica y altera la naturaleza y luego tras la extracción, al proceso en planta, congelado y envasado. Y así, también podría haber turismo que tal vez se defina como industrial, cuando modifica y altera o aplica procesos masivos; hordas de visitantes que alteran todo "el producto".
En fin, en estos casos industrializar es sinónimo de modificar y artificializar, algo aparejado también al antropocentrismo.
Ahora, entendemos que actividades extractivistas primarias pretendan mejorar su imagen pasando por ser industriales, pero no entendemos como una actividad de servicio quiera pasar por industria, cuando la industria desde sus inicios tiene sus aspectos negativos también. ¿Es que les avergüenza algo tan noble como servir?
Francamente, no sabemos a qué se debe la moda industrializadora. A lo mejor es porque en nuestro sistema educacional nos enseñaron de su importancia, por sus efectos de valor y empleo agregado y ahora todos quieren serlo. O tal vez sea un resabio de la época de la revolución industrial, así como el antropocentrismo es un resabio de la época cuando nos creíamos el centro del universo y castigábamos a los científicos que demostraron lo contrario. Algo cambió desde entonces, al menos en lo astronómico, aunque en otros ámbitos aun queda harto que revisar para dejar de creernos los amos de "la creación". O tal vez sea mala conciencia nacional o lavado de imagen, tras eliminar buena parte de la industria no extractiva que había y reemplazarla por productos importados. Baste recordar que en Chile teníamos armadurías de vehículos y manufactura de cobre y en Aisén, matadero frigorífico y lavado y seleccionado de lanas. Recién no más perdimos hasta Huachipato.
En todo caso, esto del industrialismo es parte del maquinismo, o al revés, el paradigma maquinista parte de la revolución industrial. En todo caso, van aparejados. Esto de ver la Tierra o a la naturaleza como una gran fabrica o maquina y también a los seres vivos, así como al cuerpo humano, como mecanismos, cuando mas bien los humanos somos los que copiamos facultades y procesos orgánicos de la naturaleza. Y evidentemente, somos más que solo un organismo compuesto por piezas, líquido y neuronas.
Lo mismo pasa con los demás seres vivos a los cuales, entre otros, se les niega capacidad de tener sentimientos, cuando la ciencia demuestra lo contrario. A estas alturas hasta las plantas, hace rato, lo han demostrado. Y no hace mucho se publicó que los bosques funcionan como organismo; y bueno, también la Tierra: de ahí la teoría Gaia. Aunque, claro, aquellos, "los lindos" un tanto medievales, siguen siendo el centro de todo; ¡no hay caso! Esto de que los procesos culturales son lentos y hasta sigan existiendo quienes aún creen que la Tierra es plana es algo temible.