Parafraseando al escritor colombiano Fernando Vallejo, pienso que la patria no es más que una estatua que cagan las palomas. O puede ser una quimera de sueños en torno a un ideal, reducido y mezquino, limitado a los intereses de un grupito. También pueden ser la bandera, el baile y el himno nacional. Pero, ¿existe la patria?

¿Es necesario identificarse con una nación o puede uno libremente sentirse ciudadano del mundo y no responder a banderas, ni a ideologías, ni a grupos de poder? En parte es posible; se puede vivir un porcentaje mayúsculo del tiempo a través de un teléfono sin mucho contacto con la sociedad física y visible. Y quiero suponer que la patria está lejos de ser un concepto virtual, por muy indefinible y resbaloso que se torne a veces.

¿Qué te identifica con Chile?, me preguntó una vez mi abuelo fanfarrón cuando yo contaba 10 u 11 años. El mar, le dije, sin saber mucho de qué quería hablar. Pero él me dijo que no, que la patria eran los soldados que dan la vida en el campo de batalla. Es importante consignar que la única guerra de esos años era inmoral, interna, unilateral y abusiva. No puse mucha más atención, sin embargo, quedé con un sabor inconcluso y sin saber bien qué quería decir esa palabrita que tanto repetían los adultos "patriotas".

Han pasado 35 años y todavía no comprendo bien qué significa ser patriota; no creo en la identidad nacional o en eso que llaman "ser chileno". Supongo que hay canallas y buenas personas que forman parte de la misma patria, como en cualquier familia. ¿Cómo definirla entonces? ¿Con la mirada uniforme y armada de mi abuelo? No. No me convence para nada.

Tampoco me parece sensato que la patria del norte sea la misma que la del sur, cuando todos y todas sabemos que la única patria que realmente define quién hace qué en este país largo y -sobre todo- estrecho, es la patria que reside en el centro del país y que marca el destino de hasta el ciudadano más alejado de ese punto divino de la patria. Si es que podemos llamar destino al abandono soberbio de los que deciden desde el púlpito.

Las definiciones más comunes de patria hablan de un lugar que te genera identidad en cuanto a lazos afectivos, culturales, históricos o familiares. Pero es demasiado evidente que la patria de una familia de La Pintana no tiene nada que ver con la patria de una familia de La Dehesa, ni mucho menos con una que habita Caleta Andrade en las islas Huichas, aquí mismo en Aysén.

No existe tal cosa. A estas alturas, es más probable que la patria sea solo la suma de todos los dolores probables de quienes habitan este lugar. Aunque para mí siempre va a ser más fácil y gráfico decir que es simplemente una estatua que cagan las palomas.