Han pasado casi cuatro meses desde la asunción de los gobiernos comunales y tres desde que se instaló el nuevo gobernador regional y su consejo, todos con una misión muy clara, avanzar en desarrollo regional y en respuestas a las demandas de la ciudadanía.
Durante este corto período, hay hechos concretos y objetivos que dejan en evidencia que gobernar no es fácil, y que siempre las promesas suelen ser muy grandilocuentes, pero poco concretas en la práctica. Y es que teóricamente se puede decir cualquier cosa, mostrar cualquier documento, suscribir cualquier alianza, pero la realidad es muy distinta, porque la cosa pública funciona a su ritmo, no al ritmo de las nuevas autoridades, y en eso no hay que perderse. Algunos culpan a la permisología, a la burocracia, al centralismo o simplemente "al sistema", pero la institucionalidad estatal tiene sus tiempos, y más alá de las arengas y la demagogia política, así funciona. Por lo tanto, hay que acostumbrarse a este ritmo y aceptar que el aparato público (GORE, municipios y Ejecutivo incluidos), difícilmente "se le puede sacar más trote".
Por cierto, que las arengas de volver a crecer, más desarrollo para Aysén y muchas otras que afloran en campañas políticas, son simplemente eso, declaraciones rimbombantes y buenas intenciones que ya no seducen a los electores, sino que simplemente perpetúan un discurso ideológico predecible, plano y de escasa credibilidad ciudadana.
Y como viene ocurriendo hace varios años, la credibilidad, la empatía y la confianza cobran un tremendo valor para poder enfrentar el complejo desafío de gobernar, porque la gente está cada día más distante de la demagogia y de la ficción política. La ciudadanía se ha alejado más y más de las ideologías, de los partidos políticos, y están optando por una relación más afectiva y personal, castigando los errores y las actitudes de indiferencia e indolencia, y premiando a quienes se atreven a poner los problemas de la gente como epicentro de la democracia.
Porque necesitamos una democracia más robusta, más ocupada de establecer las bases de un proceso de desarrollo regional integral, viable e integrador, y hoy, todo parece circunscribirse a cosas materiales a veces innecesarias, a cargos y otras nimiedades, a cosas suntuarias y efímeras, a mucha challa y poca acción.
Por lo mismo hace rato que la gente exige buena gestión, eficiencia y rapidez en las acciones, en la resolutividad de los problemas. La comunidad espera que sus representantes sean capaces de ejecutar, de concretar proyectos emblemáticos que impacten en el buen vivir de las personas, y no perder el tiempo en descalificaciones y defensas corporativas que solo perpetúan la mediocridad y el subdesarrollo.
La comunidad espera que las autoridades lideren un proceso donde el principal objetivo sea asumir metas concretas, viables, demostrar ganas de avanzar en aquellas áreas donde aún se advierten dificultades y mostrar esos avances con claridad y sin demagogia.
La ciudadanía anhela que en política comiencen a advertirse señales positivas, que el ámbito económico y productivo mejore y se inicie un proceso de progreso constante, donde se pongan en marcha nuevos proyectos, nuevas ideas, nuevos emprendimientos, y se genere en Aysén un clima de optimismo colectivo que tenga un correlato en todos los rincones de nuestra sociedad.