Advierto que lo que diré es impopular. Advierto que me importa un rábano.

Hace ya varios años me vi enfrentado a un colega. Su trabajo entorpecía la cadena de pega y su insufrible conducta cahuinera y peladora llenaba el ambiente laboral de una sustancia pegajosa muy parecida a la infamia, que quedaba flotando en el ambiente.

Cuando le hice ver, sin ambages, que estaba generando problemas en el clima interno, me acusó de homofóbico. A pesar de que el muchacho, a todas luces un malintencionado de aquellos, se la pasaba intrigando y corriendo por los pasillos con la última copucha, quería dar vuelta las cosas y victimizarse. Como si todos los homosexuales fueran excelentes personas. ¡Ridículo!

Recordé esta historia, ahora que leo algunos posteos urgentes y mal escritos en que se me acusa -veladamente, jamás de frente, porque la cobardía (y la cofradía) subyace- de misógino. Quienes lo hacen son mujeres que están manchando la bandera del feminismo, utilizando el estandarte verde para tapar lo evidente. Y los inventos banales no valen en política ni en periodismo. En mi caso, los antecedentes están a la vista. Y no he mostrado ni la mitad.

Quienes creemos en la paridad, sabemos que esto no termina con la elección de las autoridades. Ahí recién empieza. Fiscalizar por igual a hombres y mujeres también es parte de esa paridad. 

Al comienzo dije que sería impopular, pero siempre debería ser más impopular hacerse los giles cuando los pilla la Contraloría en clarísimas faltas a la probidad.

Cero miedo a los aprovechadores que salen pillados y, cual marido agresor (¡quién lo diría!), se hacen los ofendidos. Son justamente ellos y ellas quienes más daño hacen a los movimientos que dicen defender, pero que solo utilizan para seguir multiplicando sus prebendas y garantías. 

Ni homofóbico, ni misógino. Es cosa de leer cientos, quizás miles de columnas que he publicado desde 1996 en un montón de medios. Lo cierto es que cuando me topo con un sinvergüenza, me da exactamente igual si es hombre, mujer, momio, mapuche, madre, huérfano o alienígena. Me importa un rábano. Porque hago periodismo y ningún partido nunca me ha dicho lo que tengo que hacer. Menos con tremendo tejado de vidrio.

En este hermoso año electoral les invito a ventilar muy bien sus partidos políticos para que no sea el hedor el que protagonice las campañas. Porque no basta la paridad.