La calidad del aire es un problema ambiental y de salud pública de alcance global, vinculado a la triple crisis planetaria: cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 99% de la población mundial respira aire que supera los límites recomendados de contaminantes. En Chile, diversas ciudades figuran entre las más contaminadas de América Latina, y Coyhaique ha sido catalogada en repetidas ocasiones como la ciudad con peor calidad del aire en el país, con niveles críticos de material particulado fino (MP2.5), producto principalmente de la combustión residencial de leña, una realidad que se repite en otras zonas del sur. Es por eso que esta semana hablaremos sobre lo que hemos hecho y los desafíos que se nos vienen en materia de calidad del aire en nuestra querida región.
Frente a esta realidad, el Ministerio del Medio Ambiente ha impulsado diversas políticas para enfrentar la contaminación del aire. Se han implementado Planes de Descontaminación Atmosférica (PDA) en varias ciudades, estableciendo regulaciones sobre el uso de combustibles, mejoras en la eficiencia térmica de las viviendas y el recambio de calefactores. En Coyhaique, desde la implementación del PDA en 2016, los episodios críticos de contaminación han disminuido en un 50%, con una baja del 70% en emergencias ambientales. En nuestra región aprovecho de recordarte que llevamos casi 8 meses trabajando en la actualización de nuestro PDA de Coyhaique y ad portas de publicar en el diario oficial nuestro PDA de Puerto Aysén, que es parte de los compromisos de nuestro gobierno para así avanzar en más y mejor calidad de vida para nuestra gente.
Sin embargo, el desafío en la región de Aysén sigue siendo monumental. Los registros históricos indican que la leña representa el 99,67% de las emisiones de material particulado fino (MP2,5), principal responsable del deterioro de la calidad del aire en Coyhaique. El año 2024 no ha sido alentador: los episodios de contaminación aumentaron un 18% respecto a 2023. Las condiciones climáticas extremas, con temperaturas bajas y precipitaciones reducidas, con mayo como el mes más crítico debido a condiciones meteorológicas adversas, (bajas temperaturas y escasas precipitaciones), han exacerbado la crisis, aumentando la demanda de calefacción y, con ello, las emisiones contaminantes.
A pesar de los avances logrados en Coyhaique, los desafíos continúan. Se han cambiado casi 10.000 calefactores y se han entregado casi 7.000 subsidios de aislación térmica, lo que nos muestra un gran avance respecto a otras regiones del país. Existen iniciativas prometedoras, como el diseño del Proyecto Piloto de Calefacción Distrital, que podría reducir en un 99% las emisiones, pero su financiamiento sigue siendo un desafío. La experiencia demuestra que las soluciones deben ser integrales, considerando acceso a energías más limpias, mejoras en infraestructura y cambios en hábitos ciudadanos.
Mirando hacia el futuro, la región de Aysén necesita redoblar sus esfuerzos en transición energética, tecnologías limpias y educación ambiental. Aquí, debemos resaltar el compromiso de CIEP con su estudio regional de calidad del aire, las empresas privadas regionales que avanzan en mejorar el estándar de construcción y el sistema de generación eléctrica trabaja a toda máquina para avanzar en mayor resiliencia energética y tantos otros que desde su espacio aportan a la solución más que al problema. El sueño de un Coyhaique sin contaminación del aire no es una utopía, pero requiere voluntad política, financiamiento y un compromiso ciudadano sostenido. Debemos seguir hablando del problema, exigiendo soluciones y promoviendo cambios que nos permitan respirar un aire más limpio. Porque en Aysén, la naturaleza es parte de nuestra identidad, y garantizar un ambiente saludable es una deuda que tenemos con las futuras generaciones.