Tiempos extraños

Vivimos tiempos violentos. Vivimos tiempos extraños. En el mundo acecha permanente la guerra, producto de los intereses de nefastos lideres mundiales y la lucha por el poder económico. Locos al mando del universo. Oscuros poderes secretos donde nada es lo que parece. Es el sello del ser humano, equivocado, siempre equivocado, cometiendo errores que cuestan demasiado caro, a costa de su propio sufrimiento. Es la vida que suma y sigue, pase lo que pase, hasta que alguien apriete los botones de misiles nucleares y seamos solo restos esparcidos por el espacio.
Suena terrible, como sacado de la última serie de ciencia ficción de Netflix, pero es la pura y santa verdad. Estamos al límite de lo imposible. Al límite de la cornisa. En el borde de la azotea del piso 163 del Burj Khalifa, Dubái en Emiratos Árabes Unidos, el edificio más alto del mundo, mirando hacia abajo, con mucho vértigo, escuchando Creep de Radio Head. Estamos en un sueño profundo entre pesadillas, intentando despertar, sin poder hacerlo.
A casi dieciocho meses del inicio de la guerra, en Gaza, los niños asesinados sobrepasarían los 15.000 y los heridos los 34.000, y más de un millón de menores de edad han sido obligados a desplazarse de un lugar a otro constantemente, por lo que sobreviven en condiciones terribles y carecen de todo servicio básico. Es una triste y cruda realidad y como estamos lejos, preferimos ignorarla, hacer como que nada sucede. Pero, tenemos que seguir adelante, sobrevivir a una trama que nosotros mismos hemos creado. Bebamos mate, tomemos café.
En este contexto, resulta dificil poder escribir. Cualquier intento, cualquier temática parece sin sentido, sin importancia, parecen nimiedades, superficialidades, trivialidades, irrelevancias, insignificancias. Hablar de lo que dijo tal o cual candidato, de la última derrota de tu equipo de futbol favorito, de los trastornos de ansiedad, de las licencias médicas, de la libertad del sicario, de los temporales en el sur, de la contaminación ambiental, se proyectan como cosas sin ninguna importancia, sin ninguna trascendencia. Hoy nos hemos llenado de una serie de discursos, que son solo eso, discursos, solo palabras, que nos invaden constantemente, intentando convencer a otros de lo que otros creen, desde sus perspectivas sesgadas, parciales, con intereses implícitos, es necesario conocer, o sea desde su propia verdad, que no es la misma para el resto. Por supuesto que también hay mentiras.
Para algunos, para pocos, no para muchos, el tema eleccionario del presente año en nuestro país es el tema fundamental, considerando que la participación en partidos políticos de la población en Chile se ha reducido a un 3 %. Un muy bajo porcentaje. Lamentablemente la ausencia de educación cívica y la adicción a la tecnología han llevado a las nuevas generaciones por un camino equivocado y a una desidia en materias políticas, donde efectivamente, a gran parte de la población le da lo mismo quien resulte electo. Una gran mayoría de personas ni siquiera sabe que también este año se realizan elecciones parlamentarias. Es decir, muchos y muchas, no tienen ni idea.
Esta situación es bastante peligrosa, ya que los más preocupados de estos procesos, son los propios candidatos y las cúpulas políticas, y por supuesto los grupos de poder de nuestra larga y angosta faja de tierra. En ese escenario, quienes decidirán la votación, serán ese gran grupo de personas, sin educación cívica, tecnologizadas, que irán a votar sin ganas, de forma obligatoria. Es terreno fértil para la mala información y las fake news o noticias falsas. Cualquier cosa puede suceder. Vivimos tiempos violentos. Vivimos tiempos extraños.