Una persona con Trastorno del Espectro Autista o TEA no es una persona enferma. "Es una persona que presenta una condición del neurodesarrollo, desde muy temprana edad, que condiciona su forma de habitar el mundo y de procesar la información", explica la psicóloga clínica, especialista en trastornos de espectro autista, alteraciones del neurodesarrollo a lo largo del ciclo vital, Francisca Miranda.
La psicóloga declara que en general hay desconocimiento sobre lo que significa que una persona sea neurodivergente, cómo debe ser su tratamiento (en caso de requerirlo), las dificultades que enfrentan, y muchos mitos. En el debate público, estuvo las últimas semanas el joven con trastorno de espectro autista de Coyhaique en situación de calle que fue trasladado a Putaendo y el caso de un estudiante, también dentro del espectro del autismo, que agredió gravemente a su profesora en Ñuble. Son situaciones que conducen a una estigmatización de las personas dentro del espectro autista.
El problema comienza en el diagnóstico, el que debe ser lo más acertado posible en relación con los niveles de apoyo que puede -o no- requerir una persona dentro del espectro del autismo, añade Miranda. "Algunas personas neurodivergentes o dentro del espectro autista enfrentan mayores desafíos en la interacción social, otros en las áreas vinculadas con el comportamiento, hay personas con TEA o neurodivergentes con mayor sensibilidad a nivel sensorial o con dificultades de comunicación o con problemas en el control de impulsos. Puede o no estar acompañado de una discapacidad intelectual", explica. Es un espectro precisamente por lo diverso de su manifestación.
¿Qué pasa si una persona con autismo no recibe apoyo? Francisca Miranda explica que no toda persona dentro del espectro autista va a necesitar apoyo, pero para quienes sí lo requieren, es posible que una persona que no ha recibido el acompañamiento adecuado, pueda desarrollar a largo plazo otros problemas como ansiedad, depresión u otros problemas de salud mental. En esos casos, se puede intervenir con apoyo farmacológico o psicoterapia, pero el apoyo es dirigido a tratar condiciones comórbidas, es decir que pueden ocurrir junto con la condición de espectro autista.
Por lo tanto, la especialista es enfática en señalar que una persona autista no recibe tratamiento con medicamentos por su condición de neurodivergente, sino que por las patologías que se pueden desarrollar paralelamente. El apoyo siempre va a depender de la persona y su entorno, de si enfrenta desafíos que pueden afectar su funcionalidad como persona o la posibilidad de participar en diversos ámbitos sociales o laborales.
Sobre el tipo de terapia, Miranda explica que puede ser una atención domiciliaria o en un centro de rehabilitación o atención ambulatoria en un centro de salud, lo importante es que estén interviniendo los profesionales adecuados a las necesidades de la persona: neurólogo, psiquiatra, psicólogo, kinesiólogo, fonoaudiólogo, terapeuta ocupacional o trabajador social. En general, se trata de equipos multidisciplinarios que abordan las dificultades que enfrenta la persona con trastorno de espectro autista.
"Lo que uno busca es desarrollar una estrategia de apoyo que le sea útil y beneficiosa a la persona con autismo durante la terapia para que pueda aplicarla a otros contextos, que se generalice fuera del espacio de intervención. Si se trata de una persona que se encuentra en un contexto de mayor vulnerabilidad, entonces requiere una terapia que se mantenga y se potencie. En estos casos siempre debiera haber otra persona o adulto que apoye el tratamiento", afirma la especialista.
Asimismo, señala que un problema en Chile y también en otros países se da en el ciclo de vida de la persona neurodivergente: se habla poco de lo que pasa con los adolescentes o adultos. Existen muy pocos espacios que trabajen con adultos del espectro autista y muchas veces pasa que termina la adolescencia y termina el apoyo".