Hoy les escribo desde un lugar muy especial, la Unidad de Salud Ocupacional del Hospital Regional Coyhaique (USO HRC).
Ubicados en un edificio, detrás de todo, esta ubicación simboliza, de cierta forma, lo silenciosa de nuestra labor. Somos quienes estamos detrás de la salud de los funcionarios de nuestro hospital, importante misión que es sostenida por el compromiso de un equipo de 9 personas compuesto por enfermeros, psicólogos, trabajadora social, prevencionistas de riesgos, TENS y médico, en una estructura que da soporte, bienestar y salud a los más de 1200 trabajadores de nuestro establecimiento.
Como funcionarios de la salud estamos llamados a brindar gran parte de los servicios clínicos sanitarios a la población, prestaciones de primera necesidad ineludibles, sin embargo, además de trabajadores somos personas y debemos adaptarnos a un estilo de vida diferente al resto de la sociedad, con horarios y dinámicas de organización complejas. Es en este escenario que tomamos un rol fundamental, preocupándonos de la salud física y psicológica de los funcionarios, nuestro compromiso.
Además, contribuimos a desarrollar, fortalecer y evaluar actividades sobre la prevención de riesgos, el tratamiento, la rehabilitación física, psicológica y social de accidentes o enfermedades profesionales, fomentando la promoción, prevención y mejora de las condiciones laborales y ambientales de los que aquí trabajan, sin importar su calidad contractual.
Ante este escenario, muchas veces invisibilizado, entendemos que brindar servicios de calidad a los ciudadanos requiere necesariamente de funcionarios públicos que se desempeñen en un espacio de trabajo sano, con ambientes laborales que propendan al respeto, al reconocimiento, permitiendo el desarrollo y conciliación familiar.
Es un hecho que ambientes laborales saludables, basados en el respeto y buen trato, permiten a los funcionarios desarrollar su trabajo en forma más eficiente y efectiva. Disponer de estas condiciones nos ayudan a lograr los objetivos institucionales y por consiguiente las políticas públicas del país.
Salud Ocupacional no solo refuerza la importancia de cuidar la salud de quienes nos cuidan, también fortalecemos sistemas de reconocimiento no pecuniarios a los funcionarios, trabajamos en colaboración con otras instituciones como nuestro organismo administrador de la ley 16.744 y en el enfoque preventivo que marca la diferencia en la calidad de vida de los trabajadores, teniendo como meta siempre brindar una mejor atención a la comunidad.
Es apabullante la envergadura de nuestra misión, en la que diariamente hay retos que enfrentar, razón que me gustaría hacer una pequeña reflexión:
Somos una región pequeña, donde muchos tienen familiares trabajadores de salud, que conocen nuestra realidad. Sin embargo, aun así, como funcionarios, somos muchas veces maltratados y juzgados por redes sociales, y que a pesar de todo aquí estamos. ¿Quiénes somos? somos madres, padres, hijos, hermanos, personas comunes que decidimos dedicar nuestras vidas al servicio de los demás, que escogemos que la salud de nuestros usuarios estará primero que todas las fechas importantes, para nosotros y para nuestros seres queridos, que pasaremos cumpleaños, navidades, años nuevos, fiestas patrias, fines de semana y feriados trabajando y brindando nuestros cuidados a todos los pacientes, en vez de a nuestras familias, sintiendo el peso de la doble presencia permanente y la ausencia constante en la vida de nuestros seres queridos.
Es nuestro deber, nuestra decisión, así lo escogimos estar ahí presentes para nuestros pacientes cuando nadie más puede estar, dando una mano, una sonrisa porque nuestro trabajo es de vocación y también nuestra segunda familia.
Los invito a mirar el entorno, y la percepción del trabajador de salud, con la intención de empatizar con la alta frustración que sufren los funcionarios producto de la falta de reconocimiento de la comunidad a la cual atienden constantemente.