Hace pocos días, fueron detenidas tres personas, dos adultos y un menor de edad, por su participación en un robo con violencia calificado en Coyhaique, un hecho poco habitual para la zona y que nos pone en alerta sobre los desafíos que enfrentamos como sociedad regional frente a la delincuencia.
Este hecho no sólo impacta por la violencia con que fue ejecutado, donde se incluyen vejaciones, amenazas, golpes y robo, sino también por lo que revela respecto a fenómenos más amplios como la narcocultura, donde este tipo de situaciones u otras son frecuentes. Por cierto, como Fiscalía no es que lo queremos para nuestra Región de Aysén y para ello, trabajamos meticulosamente en cada uno de los casos de delitos violentos que ocurren entre nosotros.
En este sentido, el trabajo rápido y profesional de la Policía de Investigaciones (PDI), en conjunto con la Fiscalía Local de Coyhaique, merecen ser destacados, ya que en pocos días y gracias a una acción articulada entre diversas Brigadas, se logró identificar, detener y formalizar a los presuntos responsables. En el futuro, un juicio ante los Tribunales de Justicia será parte del proceso de investigación y persecución penal de este tipo de casos, donde jueces resolverán sobre las imputaciones que realice el Ministerio Público.
Esta respuesta ágil en la investigación de este delito demuestra que las instituciones encargadas de la investigación penal cuentan con capacidades para esclarecer lo ocurrido y dar mayor tranquilidad a la comunidad, en base a un trabajo cohesionado y de conjunto.
La investigación realizada, que involucró a Brigadas Especializadas en Homicidios, Antinarcóticos, Crimen Organizado y Robos, muestra un enfoque multidisciplinario que resulta fundamental frente a una delincuencia cada vez más compleja y muchas veces inspirada por patrones de criminalidad provenientes de otras regiones o países.
Por cierto, que el Estado cuente con herramientas para detectar estos fenómenos delictivos con rapidez es una buena señal. No obstante, lo sucedido también obliga a detenerse y mirar más allá del éxito investigativo o de la respuesta que brindamos como instituciones.
¿Qué nos está diciendo este hecho sobre los niveles de violencia que estamos teniendo en algunos casos en Coyhaique, Puerto Aysén u otros lugares? ¿Qué ocurre con los jóvenes que, como el adolescente de 16 años formalizado en esta causa, terminan siendo parte de dinámicas tan destructivas para ellos, su entorno familiar y la propia ciudadanía?
Desde una perspectiva social, lo ocurrido también plantea preguntas sobre ¿Qué lleva a tres personas a retener, vejar y desnudar a otra dentro de un local comercial? ¿Qué tipo de rencores, códigos o búsqueda de venganza están operando detrás de este tipo de delitos?
Desde el punto de vista de la seguridad pública, ¿Es suficiente que el sistema reaccione eficazmente después de un delito como este o también deberíamos preocuparnos por evitar que estos hechos ocurran en el futuro? Lo último, requiere también de políticas de inclusión, acceso equitativo a oportunidades y una educación que promueva la resolución pacífica de conflictos. Por cierto, es más fácil decirlo que llevarlo a un contexto real pero es un desafío que no podemos perder de vista.
La criminalidad violenta no nace de un día para otro. Es muchas veces el resultado de una sumatoria de carencias familiares, marginalidad, ausencia de referentes positivos. Debemos atacar los síntomas de la delincuencia, por cierto, pero también el Estado y la sociedad deben hacerse cargo de las causas.
Se trata de construir entornos donde las personas se sientan escuchadas y valoradas. Donde la violencia no sea parte del día a día para resolver conflictos. Aún estamos a tiempo en Aysén, aunque en otras regiones o zonas del país ese anhelo parece muy lejano.
Lo sucedido en Coyhaique debe ser una advertencia, pero también una oportunidad para reflexionar. Nos parece muy positivo que la respuesta de las instituciones del Estado haya sido eficaz, pero no perdamos de vista que la violencia no comienza con el delito y que prevenirla es tarea de muchas personas e instituciones. Y para ello, debemos trabajar en conjunto.