Es muy relevante que la gestión del gobierno sea un tema de permanente preocupación y evaluación por parte de la ciudadanía, y es muy positivo y sano para nuestra democracia que ello ocurra, porque cualquier administración está sujeta al escrutinio ciudadano, y esa percepción se debe transformar en un insumo fundamental para conducir los destinos del país.
No debe sorprender entonces que las personas se pregunten cómo se puede lograr un mayor nivel de desarrollo en esta región apartada y en evidente rezago respecto al resto del país. Una inquietud que lleva años planteándose desde la ciudadanía y que puede tener muchas respuestas, dependiendo del enfoque que se le dé, pero si observamos las dificultades que presenta el territorio y los problemas que percibe la gente, bien podríamos concluir que la opinión generalizada de los habitantes de Aysén es que en esta zona del país falta mucho por hacer en aspectos estratégicos como conectividad, turismo y fomento productivo en general.
De ahí la importancia de un mayor reconocimiento del Estado a estas demandas, de un abordaje que no puede ni debe ser el mismo que se aplica en una región de la zona central del país. Porque más allá de la tendencia ideológica de la administración de turno, la gente espera que las cosas se hagan, que la gestión se aprecie y las acciones se concreten.
A menos de un año del término del gobierno, las expectativas ciudadanas siguen siendo altas, porque en campaña y durante esta gestión, más allá de sus sobresaltos y una baja popularidad, esta administración de izquierda ha logrado superar diversos obstáculos, sortear una dura oposición, pero aún no logra obtener mayor credibilidad y confianza ciudadana para asumir este tremendo desafío de conducir los destinos de Chile.
Pero creemos que falta empatía, faltan obras, falta mostrar avances, falta una acción corporativa más coordinada para comunicar las cosas buenas que se han generado en estos 3 años. Faltan autoridades gubernamentales capaces de sintonizar con la ciudadanía y no solamente preocuparse de dejar una huella de sus acciones en redes sociales o en un programa contratado. Falta una vocería robusta que no ande apareciendo en todos los puntos de prensa para quitarle protagonismo a las autoridades sectoriales. Ese formato no resulta y solo provoca más distancia de las personas, y la anterior vocera, hizo exactamente lo mismo.
En Aysén el diagnóstico está muy claro. Hay numerosos informes de expertos en desarrollo regional que abogan por medidas y acciones más efectivas y concretas, otros por mejorar las distintas políticas públicas que se focalizan en esta zona, pero la inquietud más permanente y transversal, compartida unánimemente, es solicitar al gobierno de turno, políticas de Estado con sello territorial, más robustas y permanentes. No puede ser que el bono de calefacción siga siendo de 100 mil pesos por más de una década o que otros incentivos del Estado no consideren la realidad regional.
Hoy, todas las demandas que por años hemos tenido como prioritarias, pueden lograrse en la medida que exista una sola voz, una sola gran meta regional. Sabemos que todo gobierno desea y promete establecer nuevas políticas para la descentralización administrativa del país, pero el propósito siempre es más pequeño que el anhelo regional. Esta administración debe asumir y reconocer que Aysén necesita mucho más que eso para poder desarrollarse al menos en igualdad de condiciones con otros territorios.