Aquí estamos otra vez, celebrando unas nuevas fiestas patrias, cabe mencionar que El 18 de septiembre se conmemora en realidad la conformación de la Primera Junta Nacional de Gobierno, que se realizó el año 1810. Sin embargo, fue el 12 de febrero de 1818, cuando se concretó la independencia de Chile. Ya han pasado doscientos catorce años y sigue siendo una de las celebraciones más masivas en nuestro país, por no decir la más transversal, donde celebran todos por igual, sin importar diferencias o grupos sociales.
Las famosas fondas y ramadas estuvieron presentes desde siempre en estas fechas, junto a la cueca, la tonada, la chicha, las empanadas de horno y los asados, como principales actores. Esto se masificó cada vez más y todas las ciudades y pueblos tenían sus tradicionales ramadas, donde los parroquianos asistían con sus tenidas de huasos y sus mejores vestimentas, muchas veces compradas para las festividades dieciocheras. En todas las casas flameaba orgullosa una bandera chilena, puesta voluntariamente.
Y las ramadas si hacían referencia a su nombre, ya que verdaderamente eran hechas de ramas, con piso de tierra o aserrín, después evolucionaron y tenían una pista de madera para bailar la cueca, que antes era el baile principal, sonaban las guitarras y los acordeones y todo era fiesta, corría la chicha y el vino, eran buenos tiempos, buena gente, sana convivencia. Lo importante era festejar, sin importar la condición social, el partido político o la religión. Afuera había muchos juegos y competencias, como el tradicional palo encebado, las corridas en saco y por supuesto, el tejo y por estos lares, la famosa taba. Los borrachitos podían quedarse dormidos en la calle y no les pasaba absolutamente nada.
Con el paso del tiempo todo fue cambiando, apareció cada vez más la economía del libre mercado, la competencia entre unos y otros, septiembre se tiñó de oscuridad el año setenta y tres y por varios años la fiesta dieciochera ya no fue la misma, pero poco a poco, como suele suceder con la mayoría de las cosas, todo se fue olvidando y las ramadas volvieron a su gran fiesta, cada vez más sofisticadas, ramadas de ramas se mantenían en los pequeños pueblos y en los sectores rurales. Los tradicionales volantines de papel fueron siendo reemplazados por volantines de plástico.
Así las ramadas pasaron a ser simplemente fondas, ya no eran de ramas, sino de madera, latas, zinc acanalado y plásticos, tampoco eran gratis, sino que se cobraba una entrada y fueron cada vez más impersonales, igual que la sociedad, la bandera fue poco a poco perdiendo su real significación y hubo que darle carácter de obligatoriedad a su izamiento domiciliario, con multa de por medio, cuestión que no estoy muy seguro, se mantiene hasta nuestros días.
Y así esta la cosa, esta semana con cinco días de celebración, algunos privilegiados la semana completa, es bueno que el pueblo celebre, es tiempo de las empanadas de horno, de las fritas, de los alfajores, del mote con huesillo, de la chicha, del vino tinto y el vino blanco, del olor al asado a la parrilla en el ambiente, del humo y los anticuchos, del pebre y del choripán. Sea como sea se celebra igual y esa es la gracia de estas fechas. Ya no hay ramadas eso sí, acá en Coyhaique se celebra en el parque urbano, un hermoso lugar, pero un lugar muy alejado de dificil acceso y dificil salida, la gente va, pero no vuelve a ir por lo que implica, se debería volver a la antigua Ogana o al sector el Claro, aumentaría mucho la cantidad de visitantes.
A celebrar entonces y ojalá esta noche con un triunfo albo y que el tiempo nos acompañe.