La comunidad exige permanentemente a sus autoridades una relación más cercana, con menos apariciones en redes sociales y más contacto directo con la gente y con sus problemas y necesidades.

Y la inquietud ciudadana es sumamente atendible, porque en la práctica, esa cercanía con las autoridades hoy se circunscribe a espacios breves y con agendas muy formateadas, poca calle y mucha virtualidad. Porque a través de un video se puede dejar la impresión de que todo marcha bien, pero en la práctica, la percepción ciudadana es muy diferente. De hecho, algunas autoridades creen que su desempeño es un show mediático y se olvidan que el mandato popular es otro, es terreno, es escuchar a las personas y no llenarse de me gusta o corazones en sus plataformas digitales.

Esas mismas autoridades poco hablan del subdesarrollo que se advierte en la región de Aysén y se instala en la comunidad una sensación de "normalidad" que dista mucho de la realidad objetiva y concreta que enfrenta la región de Aysén. Y esta sensación no solo se manifiesta desde quienes se dicen de Oposición, sino que también entre quienes votaron y apoyan este Gobierno. Porque reconocer nuestros problemas es un ejercicio muy democrático y de profunda honestidad política. 

La ciudadanía tiene claro que no todo se puede hacer de manera inmediata porque los presupuestos no alcanzan, pero en contraparte, exige al Gobierno mejorar su gestión y profundizar su cercanía y empatía con la gente, y más aún, sincerando lo que se podrá materializar en esta administración con plazos y cronogramas claros y transparentes.

Por eso, la ciudadanía sigue esperando acciones concretas, porque siempre está la esperanza que el Gobierno pueda empezar a revertir las brechas de desarrollo territorial, con medidas concretas y presupuestos garantizados para poder avanzar y superar nuestro tremendo rezago. 

Hoy preside la comisión de zonas extremas de la cámara de diputados/as, nuestra representante Marcia Raphael, y sería sumamente acertado que sus esfuerzos estuvieran puestos en fiscalizar o al menos averiguar si existen novedades en torno a este tema. Porque hay que pasar rápidamente del anuncio a la acción, cuestión que el Gobierno debe tener sumamente clara si no quiere enfrentarse a un nuevo foco de descontento y críticas.

Todo nos lleva a reiterar que en Aysén se requiere de un Estado fuerte y presente porque como zona extrema, seguimos dependiendo de la inversión estatal, de eso no hay duda ni doble discurso. Aysén requiere un Estado que reconozca que su impronta en la zona es aun sumamente relevante.