En columnas anteriores he mencionado que entre los nuevos ejes del Plan Estratégico Institucional 2024-2031 de la Fiscalía a nivel nacional, se incluye a la inteligencia para investigar el fenómeno delictual y la fuerza para perseguir la criminalidad.

A continuación, abordaré el tercer eje de esta hoja de ruta, el que se relaciona con la determinación para proteger a víctimas y testigos, a través del cual se busca establecer un nuevo enfoque.

En el Ministerio Público entendemos que la protección de víctimas y testigos es esencial para garantizar un sistema de justicia más cercano a las personas. Por lo cual, en el nuevo Plan Estratégico Institucional se efectúa una clara distinción entre quienes son usuarias o usuarios, es decir a quienes se les brinda atención y, por otra parte, quienes son víctimas y testigos, respecto de quienes existe un especial mandato de protección.

Asumimos que las víctimas y testigos requieren ser reconocidos como sujetos de derecho y recibir la máxima prioridad no solo en la protección, sino también en los servicios que reciben por parte de la Fiscalía. La idea es facilitar su participación en el proceso penal y el ejercicio de los derechos y facultades que la ley les otorga.

En el marco de este nuevo Plan Estratégico Institucional se espera poder desarrollar herramientas que permitan mejorar la estimación del riesgo al que se encuentran expuestas las víctimas en las diferentes etapas del proceso penal.

Adicionalmente y pensando en un servicio de excelencia, se concibe la implementación del Sistema de Calidad de Servicio y Experiencia Usuaria del Ministerio Público, que busca ser una expresión de este nuevo trato, donde Víctimas y Testigos estén al centro, promoviendo que los servicios y prestaciones que la Fiscalía otorgue a estos grupos alcancen altos estándares en términos de oportunidad, resolutividad y accesibilidad.

Como lo establece el nuevo Plan Estratégico Institucional, proteger con determinación nos desafía a desarrollar un nuevo modelo de protección de víctimas y testigos con componentes, procesos y servicios capaces de hacer frente a los riesgos e impactos que generan los fenómenos delictuales como la violencia de género, trata de personas, la violencia sexual digital y el crimen organizado, entre otros.

El desafío es amplio, pero sabemos que este nuevo modelo relacional nos permitirá tener una mayor cercanía con las personas a quienes servimos, las que por distintas circunstancias se ven involucradas en calidad de víctimas o testigos en un proceso penal que muchas veces es desconocido, lejano y lleno de conceptos nuevos difíciles de entender.