La democracia es un faro que debe guiar el desarrollo de todos los gobiernos, sobreponiéndose a las legítimas diferencias ideológicas que existen en las diferentes administraciones. Debe ser contundente, robusta y dinámica, pero a la vez eficiente y dinámica, para poder delinear los caminos por los cuales se debe transitar para alcanzar mejores estándares de desarrollo, un anhelo que en Aysén lleva años instalado y que todavía está muy al debe con los habitantes de este territorio austral-
Y por lo mismo los ciudadanos demandan a los gobiernos de turno, que su proyección y gestión tenga como epicentro a las personas y su desarrollo. Porque ya no basta solo con escuchar a la comunidad. La pregunta es entonces; si ya se sabe qué es lo que anhela la gente, por qué cuesta tanto concretar y avanzar. En rigor, las demandas ciudadanas siguen desatendidas y en la búsqueda de respuestas y soluciones, se ha perdido tiempo fundamental. Y lo que más molesta a la gente es que los diagnósticos abundan, entonces lo que se requiere y con urgencia, es dejar la demagogia a un lado y comenzar a proponer acciones concretas y realizables para salir de este estancamiento.
Se requiere pasar de la teoría a la práctica y reconocer que los procesos de participación ciudadana ya están hechos y también abundan, porque todos los últimos gobiernos apelan a este mecanismo para conocer el sentir de la gente. En rigor, está todo claro, las necesidades también, las exigencias ciudadanas lo mismo, por lo que el paso que hay que dar es absolutamente lógico y fundamental; concretar.
Cuando los habitantes de Aysén a través de sus dirigentes o de manera directa reiteran sus reivindicaciones, están dejando en evidencia que no se necesitan más diagnósticos, sino que se requieren acciones para poder superar las brechas y comenzar a transitar hacia mejores niveles de desarrollo. Aysén, como región extrema y aislada, es una zona que necesita mayor atención estatal porque objetivamente tiene aún serios problemas de equidad territorial, y mientras sigan existiendo de manera tan evidente, el desarrollo seguirá condicionado y los habitantes de esta zona austral, expuestos a esas desigualdades.
Cuando en la región, aún tenemos comunidades que no tienen alcantarillado o acceso al agua potable, no cuentan con internet o deben transitar por caminos en pésimas condiciones, ciertamente que sus posibilidades de vivir mejor se condicionan, y aunque no se crea, en Aysén aún hay miles de personas en estas condiciones.
Ese simple ejemplo ilustra la desigualdad regional y deja en evidencia que las brechas existentes para conceptualizar y materializar el desarrollo son enormes. Pero es importa n te avanzar rápido y pasar de los talleres a las acciones, a las definiciones y priorizaciones, porque si el Gobierno Regional y el Ejecutivo quieren dejar huella en esta administración, deben entender que ya están contra el tiempo.
La historia es objetiva y llevamos años esperando que los gobiernos se atrevan a proponer un modelo de desarrollo más eficiente que permita a la región de Aysén dejar de ser la más subdesarrollada del país, dejar de ser la más castigada por tener poca población y la más postergada cuando se trata de priorizar proyectos relevantes que impacten contundentemente en el desarrollo regional.