Columnista, ColaboradorMarzo es un mes de movimiento e inicio de actividades, y en el inconsciente colectivo de nuestra sociedad es el comienzo de las actividades académicas. Marzo es igual a inicio de las clases. Para muchos también significa partir del hogar, salir de la región para ir a estudiar a otra ciudad.
Pero este marzo es diferente, cientos de jóvenes inician su camino académico en las universidades locales. Para muchos, estas instituciones representan no sólo la posibilidad de acceder a educación superior sin abandonar la región, sino también la oportunidad de aportar al desarrollo local desde una formación pertinente y arraigada en el territorio, su territorio.
Hasta hace pocos años, si alguien quería continuar sus estudios superiores la única alternativa factible era buscar una universidad o centro de formación técnica fuera de Aysén. Si bien existían alternativas que podían dar respuesta a la demanda académica de los jóvenes ayseninos, no todas estas ofertas llenaban las expectativas o estaban a la altura de la formación a la que aspiraba cada estudiante.
Pasaron los años y con mucho esfuerzo y perseverancia se logró consolidar una oferta académica a nivel del resto del país, o al menos parecida, para comenzar. Finalmente, llegaron las universidades a la región, y con ellas la ilusión para muchos jóvenes de poder acceder a la educación superior sin dejar su casa.
Primero lo hizo la Universidad Austral de Chile, en el año 2011, una casa de estudios que ya era conocida, pues fue el alma mater de muchos patagones que, por cercanía y/o interés por su oferta académica, la elegían como primera opción para estudiar. Con una sede consolidada en la región, ha logrado mantener altos estándares académicos y fortalecer la vinculación con la comunidad y el sector productivo local.
La Universidad de Aysén, por otro lado, nació en 2015 con la promesa de una educación pública de calidad y con un enfoque regionalista. Sin embargo, su desarrollo ha estado marcado por dificultades y cuestionamientos. Su oferta académica, aunque bien intencionada, aún no logra consolidarse como una alternativa fuerte y competitiva. La falta de infraestructura adecuada, problemas en la gestión y una conexión insuficiente con las necesidades del sector productivo han generado dudas sobre su real impacto en la región.
Uno de los principales retos es la retención de talento. Coyhaique y sus alrededores han visto cómo generaciones de jóvenes emigran a Valdivia, Santiago, Valparaíso o Concepción en busca de oportunidades académicas, muchas veces sin retorno.
A nivel institucional, la Universidad de Aysén enfrenta dificultades en infraestructura, estabilidad administrativa y consolidación de su cuerpo docente. Además, sus programas académicos aún deben fortalecerse para responder de manera efectiva a las demandas del mercado laboral regional. A esto se suma la falta de incentivos concretos para que los estudiantes permanezcan en la región después de egresar, lo que profundiza la fuga de talento.
La consolidación de universidades regionales con programas de calidad y pertinencia es clave para revertir esta tendencia. La Universidad Austral ha avanzado en este camino, pero la Universidad de Aysén todavía enfrenta el desafío de demostrar que puede ser un actor clave en este proceso.
Además, la relación entre las universidades y la comunidad debe fortalecerse aún más. Estas instituciones no pueden ser burbujas aisladas de la realidad en la que se insertan. La Universidad Austral ha logrado generar vínculos sólidos con sectores productivos, instituciones públicas y organizaciones sociales. En contraste, la Universidad de Aysén necesita acelerar su proceso de integración con la región, fomentar la investigación aplicada y ofrecer programas que realmente respondan a las necesidades locales.
El inicio de un nuevo año académico es una oportunidad para reflexionar sobre el rol de las universidades locales en el desarrollo territorial. ¿Están formando los profesionales que la región necesita? ¿Existen suficientes incentivos para que los jóvenes opten por estudiar y trabajar en Aysén? ¿Está la Universidad de Aysén cumpliendo con su promesa de descentralización educativa? Son preguntas que merecen debate y acción.
Si queremos un Aysén más fuerte, con oportunidades para su gente, las universidades deben ser un pilar estratégico. En sus aulas se juegan muchos sueños y parte del futuro de la región, y es tarea de todos respaldar su crecimiento y consolidación.
