Hace algunos días circuló por WhatsApp un texto anónimo con una firma obvia e infantil. El escrito aludía a las parcelas de poder del Gobierno y los partidos en la región. Si bien mencionaba datos conocidos sobre la crisis económica que vive Aysén, también repetía una mentira ya clarificada por la seremi de Bienes Nacionales, Irina Morend.

El resto se basaba en opiniones sin fuentes. Y, repito lo más importante, sin firma. Es decir, pura cobardía.

Como un par de conocidos me preguntaron si yo había escrito esa prosa de mal gusto, les respondí -modestia aparte- que he estudiado toda mi vida adulta para no escribir, ni menos publicar, textos anónimos, mal chequeados y malintencionados, además de mal revisados, por cierto.

Pero esta columna no quiere otra cosa que defender el periodismo bien hecho, frente a tanto aprendiz carente de ética y sin herramientas profesionales. 

Afortunadamente, estas ratitas de chat se quedan en eso, en el rumor, un bien casi patrimonial de esta ciudad en que la copucha es alimento en todas las esquinas. 

Si ese pobre texto debe circular de modo anónimo en grupos de chats; y no firmado, de frente y con respeto al lector, es porque salió de una cloaca llena de malas intenciones, malas prácticas y pésimo gusto literario.

Quizás es un buen momento para instar a todos los partidos políticos a que saquen el tapón de sus estancados desagües y esperen unos días hasta que ya no quede esa pestilencia propia de la gente mala leche.