A los 88 años de edad falleció el Papa Francisco, después de 12 años de liderar la Iglesia católica, siendo el primer latinoamericano en hacerlo. Argentino, jesuita, fanático del San Lorenzo, su nominación provocó desde un comienzo reacciones contrarias. Pero eso no es novedad en la figura del sucesor de San Pedro, es difícil dejar conformes a quienes ven al Vaticano como el eco de sus propias ideas, intenciones y manejo del poder.
Desde un comienzo Francisco dejó en evidencia que no llegaba a ese puesto para ser una figura decorativa, tenía bien claro que sus mensajes debían reflejar la verdadera misión de la Iglesia según los evangelios, referida a ayudar a los más pobres, eliminar las injusticias provocadas por la acumulación de riqueza en unos pocos y predicar el amor entre todos los hombres, sin marcar diferencias.
Y allí empezaron los problemas, porque sus acciones molestaron a los ultra conservadores, a los políticos de derecha defensores del capitalismo extremo, a los economistas del libre mercado a ultranza, a los defensores de los privilegios sociales. De allí que sus homilías, como en la Encíclica Fratelli tutti donde hace una defensa de la fraternidad universal, o aquellas donde hace alusión al tema de la propiedad privada enfurecieran a los medios financieros norteamericanos y a los líderes de ultraderecha en Europa. Cuando tomó posición en defensa de las personas migrantes, del colectivo LGTBIQ+ y denunció los desmanes de la Iglesia en el marco de la "conquista" española en América, firmó su sentencia de odio con España y con los líderes de Hungría, Francia e Italia, en éstos últimos sobre todo por el tema de los migrantes.
Cuando mencionó que la economía de la exclusión y de la inequidad mata, ya no les quedó dudas a esas mentes que el Papa Francisco era "comunista". Ante esa aseveración él solo sonreía y en una entrevista dijo que los comunistas le habían robado la bandera, la bandera de los pobres.
Su coterráneo Javier Milei, durante su campaña electoral, dijo "el Papa (afín a los comunistas) viola los diez mandamientos al defender la justicia social". Ya como Presidente de Argentina fue a Roma y en un acto de devoción le pidió permiso al Papa para besarle. El estado mental de Milei es preocupante.
La historia bíblica nos enseña que los primeros cristianos, incluidos los apóstoles, establecieron pequeñas comunidades comunistas en los años posteriores a la muerte y resurrección de Jesús. Incluso en pueblos "comunas" como las precristianas, destaca la forma temprana de comunismo o socialismo religioso del pueblo de los Esenios. Hay muchos aspectos en común entre marxismo y cristianismo, como la idea que el capitalismo explota a la clase obrera mediante la extracción de plusvalía de los trabajadores en la forma de beneficios y que el trabajo asalariado es una herramienta de la alienación humana que promueve la autoridad arbitraria e injusta (Teología de la Liberación).
El Papa quiso sacar a los mercaderes del templo y eso los fariseos actuales no se lo perdonaron. Como dice el dicho "para hacer girar a un gran barco debe hacerse con lentitud". El siguiente Papa tiene la gran misión de continuar la obra evangélica de Francisco, aunque lo rechacen y lo tilden de comunista. Debe avanzar hacia una Iglesia cercana a los pobres y transformar este mundo en un lugar más justo, digno y feliz.
Los comunistas estamos empeñados en lo mismo.