Redacción, Diario El Divisadero Ya se advierte ese clima hostil y tirante de todo año electoral, con actitudes y reacciones que dejan en evidencia que, una vez más, la tolerancia escasea y la soberbia abunda.
Y lo más lamentable es que se está dando en varios ámbitos, no solamente en el político partidista, sino que también en aspectos donde antaño había otros códigos, había respeto y por cierto, disposición para dialogar y superar conversando y no insultando, las diferencias.
Y esto ha provocado que todos los esfuerzos por generar un clima más dialogante y de unidad, simplemente parecen no dar resultados. Parece que se trata de una búsqueda cada vez más compleja, ya que, pese a los esfuerzos, cuesta conseguirla. Pero como aiseninos/as, no podemos renunciar a que, en base a la unidad y los consensos, la cohesión social y el diálogo, es posible alcanzar grandes metas colectivas, pero parece que tenemos miedo a unirnos, a pensar la región y su futuro con sentido colectivo y sin permearnos por sesgos políticos.
Pero insistimos, también faltan liderazgos fuertes, desde todos los ámbitos, y esa carencia de opiniones y la ausencia de un debate menos febril e inmediatista, y más amplio y tolerante, claramente amenaza la búsqueda de espacios para transformar la unidad en un componente protagónico de nuestra idiosincrasia regional.
Hoy la gente tiene una percepción adversa respecto a los esfuerzos que realizan autoridades de Gobierno, parlamentarios, representantes democráticamente electos y los dirigentes de los partidos políticos, respecto a sus demandas, porque siente que no se escucha al pueblo, y el análisis fino de ese sentir se verá más adelante, en el proceso electoral. Sabido es que el país enfrenta un complicado momento, en diversos ámbitos, una realidad que nos mantiene como sociedad con una gran incertidumbre y también con muchas divisiones.
Sin embargo, los ciudadanos/as creen que es posible un mejor país, pero anhelan que las decisiones relevantes para el futuro de Chile y sus regiones se adopten con la participación activa de todos y de todas y con una actitud gubernamental (regional y central) de más diálogo, de tolerancia, sentido común y trabajo colaborativo.
En el caso de la región de Aysén, necesitamos que se genere un clima de mayor confianza y de diálogo, si queremos avanzar en serio y lograr mejores estándares de desarrollo en este territorio austral que, como suele ocurrir, enfrenta las dificultades con más entusiasmo que propuestas.



















