Con algo de vergüenza debemos señalar que, en estos últimos meses, el Consejo Regional de Aysén y la Gobernadora, lejos de empatizar con la comunidad, de hacerse cargo del sentir ciudadano, han generado un ambiente de tirantez que no hace más que desacreditar su trabajo y distanciar aún más a las personas de la política.

Lamentablemente en medio de esta controversia de muy mala calidad, quedó Carabineros de Chile, institución que busca recuperar su credibilidad y confianza, pero que en esta oportunidad quedó supeditada a los intereses ideológicos de unos pocos que al final del día, más que preocuparse de los intereses colectivos de la región, actúan como verdaderas "sectas" de la política, privilegiando gustitos personales y apartándose absolutamente del sentido común que debe primar en la gestión de cualquier "cuerpo colegiado".

Y es que lamentablemente en Aysén las peleas de trinchera, esas donde lo único que parece importar es la militancia de tal o cual protagonista de un debate o controversia, tienen cansada a la comunidad. La gente quiere ver a sus representantes dialogando y pensando en el desarrollo del territorio, aprobando proyectos que mejoren la calidad y condiciones de vida de las personas. Cuando esas señales de verdad aparezcan y se generen acciones concretas, tangibles, la ciudadanía reaccionará, y nos atrevemos a señalar que lo hará favorablemente. Pero pocas señales se advierten, declaraciones de buena crianza muchas, pero acciones concretas, muy pocas. 

Desde nuestra mirada periodística, no advertimos vocerías ni liderazgos tanto en el ámbito público como desde el sector privado, y parece que nuestra realidad regional poco importa a quienes tienen la misión de adoptar decisiones o aplicar las directrices adecuadas para poder avanzar y generar una sensación de más certidumbre y menos frustración social.

Sabemos que todos quieren "lo mejor para Aysén", pero la intención o la convicción, se queda simplemente corta, circunscrita solamente a lo discursivo, pero poco se advierte en lo práctico.

Desde el Gobierno, los gremios, los partidos políticos y las más diversas organizaciones sociales, escuchamos llamados a la unidad, un factor que en Aysén, porque no debemos perder de vista que sigue instalada en la comunidad una fuerte apatía y un peligroso individualismo, que se han convertido en una característica de nuestra idiosincrasia, relegando casi al olvido la idea de generar espacios de conversación donde los temas de desarrollo y demandas ciudadanas se puedan abordar con sentido común y como objetivos colectivos.

No es casual entonces que la gente tenga una percepción adversa respecto a los esfuerzos que realizan autoridades de Gobierno, parlamentarios, representantes democráticamente electos y los dirigentes de los partidos políticos, respecto a sus demandas, porque siente que no se escucha al pueblo, y el análisis fino de ese sentir se verá más adelante, en más de alguna elección popular.