Rosa Pesutic Vukasovic, Partido Comunista de Aysén
Una República no se hace en un día, ni por la acción de una persona, ni por la firma de un decreto. Se arma mediante un proceso largo, donde intervienen muchas voluntades, con avances y retrocesos y cuyo propósito es garantizar que la soberanía resida en el pueblo. Pueblo que ejerce el poder político a través de sus representantes, rigiéndose por una Constitución.
En esta forma de gobierno son los ciudadanos quienes, mediante un voto secreto e informado, eligen a la o el Presidente, a las/los Senadores y las/los Diputados, quienes gobernarán por un período determinado.
Chile es por definición una República, democrática y unitaria (en contraposición a un estado federado). Esta forma de gobierno es la que, con ensayo y error, se ha ido perfeccionando para garantizar una mejor vida a los ciudadanos.
Pero no es perfecta. Falta mucho para llegar a tener un país donde la justicia sea igual para todas/os, donde el fruto del trabajo y el esfuerzo se vea reflejado en calidad de vida, donde las oportunidades se distribuyan y no sean privilegio de unos pocos, en fin, donde nuestros representantes gobiernen pensando en el bienestar general. Y nos falta una Constitución que sirva para gobernar y no para amarrar beneficios para unos pocos.
A 6 días de elegir a la o el Presidente de la República nos preguntamos cuan profunda (o superficial) es nuestra democracia. El votar es un derecho y un deber, como también debiera serlo estar informado, enterarse del significado de cada candidatura, de sus propuestas. Y reconocer los trolls republicanos que inundan las redes sociales con mentiras y odiosidades.
En estas elecciones está en juego lo más profundo de nuestra República: avanzar en justicia social, donde todas/os puedan ver plasmados sus derechos como en un espejo, siendo la otra cara sus deberes.
Y no perder los derechos ganados con tanto esfuerzo. Por ejemplo, el aborto en 3 causales o el derecho de las diversidades sexuales a decidir de forma libre, autónoma e informada sobre el propio cuerpo, identidad y sexualidad; los derechos de las mujeres (que son derechos humanos reconocidos tardíamente), como a una vida libre de violencia, a salud sexual y reproductiva, a educación, igualdad de salario, a participación en política, a libertad de expresión, o sea, al reconocimiento que las mujeres deben gozar de los mismos derechos que los hombres.
Cuando los tres candidatos de ultra derecha, con algunos matices, añoran la dictadura como forma de gobierno, indultarían a los presos por crímenes de lesa humanidad, eliminarían todo lo relacionado a enfoque de género, cuestionan las organizaciones de DDHH, recortarían en 6.000 millones de dólares el presupuesto fiscal; ¿estamos frente a un avance en la formación de una sociedad sana? Es francamente un retroceso. Ese recorte tan grande afectará el presupuesto de salud, educación, vivienda, vale decir, el corazón de la justicia social.
Incluso la cónyuge del candidato libertario es partidaria de la tenencia de armas y en entrevista en el Mercurio manifestó "la única forma de detener a una persona mala con un arma es que una persona buena también la tenga".
Preguntó el niño a su padre: "Papá, si matamos a todos los malos, ¿quedaríamos sólo los buenos? Respondió el padre: No hijo, quedaríamos sólo los asesinos".






















