Antes de analizar el mencionado Informe es necesario establecer que el PNUD es el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Desarrollo entendido por este Programa como el cambio que hace que los países tengan acceso al conocimiento, a la experiencia y a los recursos necesarios para ayudar a que las personas se labren un futuro mejor.
Suena (casi) estimulante, si no fuera por el natural (y justificado) recelo que tenemos frente a estos programas que se muestran tan cariñosos e inocentes, pero que muchas veces esconden intereses muy oscuros. De partida porque es parte de las Naciones Unidas y aunque el principio rector de la ONU es mantener la paz y seguridad internacional, los hechos han demostrado que eso es "relativo". El ejemplo más claro del fracaso de la ONU es la situación que vive el pueblo palestino, masacrado en un genocidio impulsado por un estado miembro de la ONU: Israel.
Son 170 países los que integran esta organización, pero los países con mayor poder en la ONU son solo 5: Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido y Francia, disfrutando del poder de veto en el consejo de seguridad, pudiendo resistir cualquier moción que se presente en el comité. Como, además, Estados Unidos de América se erige como la única superpotencia, por definición el país más poderoso del mundo, puede manejar el destino de muchos países, sus gobiernos, su economía, sus habitantes.
Frente a este panorama es válido cuestionar el aporte del PNUD al desarrollo de los países miembros.
Así y todo, podemos darle una mirada al resultado del Informe sobre Desarrollo Humano en Chile, publicado este 14 de agosto, el que contempla casi una década, período marcado por tres procesos: el estallido social de octubre de 2019 y dos intentos fallidos de cambiar la Constitución, en 2022 y 2023.
Según la publicación, los chilenos tienen la sensación que no han conseguido los cambios esperados o no han sido suficientes en relación con derechos sociales y aspectos claves para el avance del país. El informe también destaca que algunos señalan que Chile cambió radicalmente a partir de las movilizaciones de 2019, dejando una fase de conformismo de 30 años, otros sostienen que la pandemia modificó profundamente nuestra convivencia social y hay quienes dicen que en realidad nada ha cambiado porque el impulso del 2019 se frustró. En todo caso, en la última década los chilenos hablan en clave de cambios y el deseo de cambios profundos.
La mayoría de los encuestados quiere cambios graduales y están dispuestos a apoyar un liderazgo cuyas promesas tarden en hacerse realidad, pero que vayan en la dirección correcta. Lo que no se aclara es "cuál es la dirección correcta", puede haber tantas como individuos encuestados. Lo otro que resalta el Informe, es que la ciudadanía no tiene una preferencia unidimensional respecto al rol del Estado y como solucionar los problemas de la vida común, pero queda claro que quieren más seguridad, avanzar en igualdad de género, más crecimiento económico, pero con justicia social. La mayoría de la población considera que el Estado es clave en la vida social y debe tener un papel fundamental en ámbitos como la salud, la educación, el sistema de pensiones, entre otros aspectos.
En realidad, este Informe no dice nada nuevo ni diferente respecto a estudios y encuestas realizadas en terreno por organismos estatales o empresas privadas que le toman el pulso a la sociedad chilena.