El pasado viernes 29 de noviembre se conmemoró el 40 aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina. Para celebrar este acontecimiento, tan trascedente en las relaciones de ambos países y que recuerda la resolución de una larga disputa, el Papa Francisco presidió una ceremonia en el Vaticano, en la "Sala Regia", mismo lugar donde hace cuatro décadas tuvo ocasión la firma de dicho Tratado.
Sin embargo, y de forma contradictoria, este acto que simboliza consenso, diálogo y acuerdo, estuvo empañado por la ausencia del máximo representante diplomático de la Argentina. La ausencia del canciller trasandino, no pasó desapercibida para la opinión pública y no estuvo exenta de especulaciones que vinculaban este hecho a algunas discrepancias entre los presidentes de Chile y Argentina en la última reunión del G20.
Para quienes no recuerdan, en 1978 ambos países estuvieron a punto de entrar en un conflicto bélico por la soberanía de las islas Picton, Lennox y Nueva, ubicadas al sur del canal Beagle, razón por la que este diferendo limítrofe es conocido con ese nombre. Si bien, la controversia se remonta para algunos historiadores a inicios de la colonia, para otros tiene su origen en el siglo XIX, cuando los estados nación comenzaban a independizarse como colonias y a definir sus límites soberanos.
Chile y Argentina comparten la tercera frontera terrestre más larga del mundo, después de Kazajistán y Rusia, que ocupan el segundo lugar, y de Canadá y Estados Unidos que se quedan con el primer puesto; siendo, eso sí, la más larga de América Latina y una de las más complejas, ya que recorre diferentes paisajes y ecosistemas en su trayecto, desde los desiertos de la zona norte, hasta las montañas nevadas de la zona austral; con un total de 26 pasos fronterizos con aduana y un tránsito de personas entre ambos países muy activo durante todo el año.
Sin embargo y a pesar de compartir un amplio territorio fronterizo, estos países no han escalado crisis diplomáticas que hayan puesto en riesgo la seguridad de sus habitantes, salvo el caso del Beagle, que tras largas e intensas negociaciones, y gracias a la intervención y mediación papal pudo resolverse de forma "digna, razonable y ecuánime", sin llegar a las armas.
Al contrario de lo que se podría pensar, ambos países han compartido décadas de hermanamiento, incluso antes de ser repúblicas independientes, ya establecían alianzas de colaboración y la disputa por los territorios nunca fue un obstáculo para cultivar nexos culturales, sociales y diplomáticos, al margen del gobernante de turno. La región de Aysén es un claro ejemplo de lo que han sido los estrechos lazos de cooperación entre Chile y Argentina, aunque no ha estado exenta de controversias limítrofes ?sin olvidar el caso del Monte Fitz Roy y Laguna del Desierto-, a pesar de ello, siempre ha imperado la paz y la amistad.
El proceso de construcción histórico y cultural de Aysén es un fenómeno único e irrepetible, y la importancia de la frontera chileno argentina fue un factor preponderante para el asentamiento y colonización de este territorio. A comienzos del siglo XX, los inmigrantes retornados de Aysén, sin conocer unos límites definidos en la frontera interestatal con Argentina, se sentían "de aquí" y "de allá", pertenecientes a una zona intermedia, neutral, sin exclusiones, una zona entre dos sistemas o entidades sociales. Cruzaban la frontera constantemente, sin problemas, como ir de una localidad a otra sin salir del país, ya que en esa época no existían oficinas de aduana o de migraciones, tal como lo describiera en su cuaderno de notas el ingeniero, José Pomar.
Los nuevos habitantes del recién ocupado territorio de Aysén, se apropiaron de símbolos y tradiciones que traían desde sus lugares de origen ?en Chile- y aquellos que encontraron a su paso al otro lado de la frontera -en Argentina-, en un proceso de transculturación que más tarde se transformaría en un proceso de hibridación, que paulatinamente ha ido configurando la identidad aisenina.
Siempre he pensado que la importancia del territorio o del lugar está dada por quienes lo habitan y se mueven en él, por las estructuras sociales y las prácticas culturales que lo atraviesan. Estos lazos de cooperación van más allá del aparato político administrativo, ya que se construyen en el entramado social, son las personas quienes tienden puentes con sus vecinos. Volviendo a un tema que había puesto en agenda hace dos semanas, nuevamente el "centralismo" y la "periferia" son actores importantes en la discusión de los temas fronterizos. Por lo tanto, independiente de lo que suceda a nivel central, en las fronteras se tejen relaciones que van más allá de las ideologías que ostentan el poder, lo cual es indiscutible. Espero que la paz y la amistad, que une a estos dos países, se extienda por mucho tiempo.