No podría haber dos fechas más opuestas o contrarias para el pueblo trabajador chileno que el 04 y el 11 de septiembre. Tan cercanas la una a la otra, no solo en días, sino en la memoria y las emociones de tanta gente.
Es cierto que la vida de nadie es pareja, se suceden momentos de alegría y de tristeza de manera alternada, enseñándonos a valorar los instantes en que todo (o casi todo) funciona bien y el horizonte se avizora prometedor.
Pero no podríamos haber soñado tanta distancia sensible entre el 04 y el 11 de septiembre.
La primera fecha, la del 4 de septiembre de 1970, nos llevó a la alegría extrema al constatar la conquista del sillón presidencial. Primer país que a través del voto popular iniciaba la vía al socialismo. Una multitud se desbordó a las calles, sobre todo de la capital, a celebrar el triunfo de Salvador Allende, el compañero Presidente. Incluso el candidato de la DC, Radomiro Tomi?, le envió al candidato ganador de la UP un telegrama que decía: "Salvador, felicitaciones por la victoria. Más honrosa mientras más dura y difícil. Ella le pertenece al pueblo, pero también es tuya".
La actitud de este DC no fue una constante entre sus filas, el ala más conservadora fue la que, junto a la derecha reaccionaria y el gobierno de EEUU, fraguaron el golpe de estado.
Esa misma noche se creó el grupo fascista "Patria y Libertad", que desde el primer momento cerró los límpidos cielos de la patria con su negro manto de muerte y conspiración.
Allende lo intuía y en su discurso en la sede de la FECH en la madrugada del triunfo, finalizó diciendo "A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de un gobernante del pueblo, con la lealtad del Compañero Presidente".
El triunfo de Allende causa gran desconcierto en la derecha política y económica y ponen en marcha rápida todos los mecanismos y alternativas para impedir, de un lado, la toma del poder y, de otro, la caída más brutal y siniestra en caso de fracasar la primera idea. A la lealtad de Allende, el Presidente más progresista y patriota de la historia de Chile, respondieron con el golpe de Estado más desalmado, sangriento y brutal que es posible imaginar.
El 11 de septiembre de 1973 marca el quiebre de la democracia en Chile y el comienzo de las sistemáticas violaciones a los derechos humanos. Se limitó la libertad de expresión, se suprimieron los partidos políticos y se disolvió el Congreso Nacional.
Chile quedó convertido en un campo abierto, libre para que los buitres se sirvieran un picnic y desmantelaran nuestra patria, la usurparan, la vendieran, la traficaran.
En los 17 años de opresión hubo 40.175 víctimas de la dictadura, entre ejecutados políticos, detenidos desaparecidos y víctimas de presión política y tortura.
El pueblo durante los tres años del gobierno popular vivió con esperanza en el futuro, al constatar que el programa de la Unidad Popular se estaba cumpliendo y las condiciones de vida de los trabajadores, los pobladores, los estudiantes los campesinos, mejoraban sustancialmente. Pero Chile era un país capitalista (como ahora), dependiente del imperialismo (como ahora), dominado por sectores de la burguesía ligados al capital extranjero (como ahora) que no querían renunciar a sus privilegios de clase. Eso fue suficiente para perpetrar el golpe de estado el 11 de septiembre y retroceder décadas en justicia social, en libertad de expresión, en dignidad.
El 4 de septiembre es una fecha para recordar y celebrar. El 11 de septiembre es una mancha rojo sangre en el calendario de Chile. Ese día sólo podemos seguir exigiendo Memoria, Verdad, Justicia.