"Para mentir y comer pescado, hay que tener cuidado". Este popular dicho tiene mucho sentido entre personas de más de 50 años. Uno más apropiado a este siglo tecnológico podría ser "Entre tramposos y sinvergüenzas, hay que tener cuidado con los audios".
Hermosilla nunca pensó que iba a caer por sus comentarios y confesiones realizadas entre sus socios del crimen.
En los audios se escucha a un relajado Luis Hermosilla usando un lenguaje procaz, difícil de asociar a un abogado que se relaciona con conspicuos personajes de nuestro Chile y a sus compinches, todos parafraseando de sus acciones ilícitas. Es que se sentían ganadores y muy seguros actuando fuera de la ley y de toda norma ética y moral.
El entramado criminal es "soberbio" en su magnitud, involucrando al mundo político, judicial, organismos regulatorios como el SII, a funcionarios públicos, a personajes de distintas esferas del poder. Absolutamente transversal, Hermosilla movía piezas en diferentes ámbitos, colocando a personas en puestos de influencia que después pagaban con favores, de allí que pueda ser calificado como un "consejero delictivo".
La sensación de impunidad es lo que transformó a Hermosilla y sus muchos secuaces y cómplices en criminales satisfechos de sus logros y su poder. Poder económico, social, político. Hay muchos nombres implicados, como el de Piñera, Chadwick, Sichel y hasta de la farándula como Tonka Tomici?. Se irá determinando la profundidad de cada uno.
Pero este artículo no pretende insistir en lo que hemos leído o escuchado por los medios de comunicación, sino en el sentido del dinero, del poder, en el fondo del sentido que le damos a nuestra vida y a la vida de los demás.
Ya no es suficiente con lo que se tiene y que alcanza para vivir bien, sino en tener cada vez más, en una vorágine insostenible. Incluso con menosprecio por el otro, el espacio donde se vive, la explotación involucra los recursos humanos, naturales y todo el entramado social y organizacional de un país. Es manejar el "mundo" para la satisfacción propia, sin sentido ético, moral y social.
Esto es un rasgo claro del capitalismo, donde todo vale si con ello se obtienen ganancias. Las necesidades satisfechas sólo sirven para crear otras necesidades, no siempre "necesarias". En una sociedad de mercado capitalista, la reproducción social se organiza alrededor del intercambio de cantidades de trabajo y no alrededor de la satisfacción de las reales necesidades y deseos. Esta afirmación teórica corresponde a una realidad cuando la cantidad de trabajo adopta la forma de una cantidad de dinero. Cuando el dinero se convierte en sí mismo en la finalidad, ninguna necesidad satisfecha puede constituir jamás un término. La producción se transforma en su propia finalidad y cada progreso sirve solamente para retomar el ciclo a un nivel más elevado.
Toda transacción económica en el capitalismo sirve para aumentar cierta suma de dinero y el crecimiento no es una elección, sino que constituye la única finalidad verdadera del proceso.
Hermosilla es un claro ejemplo: no tenía límites, no podía detenerse: Insaciable.
Como la explotación en el mundo capitalista.